Müller: Fraternidad en "cisma sacramental"

A los adversarios ni justicia

En una entrevista que Corriere della Sera le realizó a Mons. Müller el pasado 22 de Diciembre, el cronista le preguntó lo siguiente:

Fracasadas las tratativas que se llevaban adelante con los lefebvristas: ¿cuál es su situación ahora?

A los obispos se les ha levantado la excomunión canónica que había recaído sobre ellos por sus ilícitas ordenaciones; pero queda aquella sacramental, de hecho, por el cisma: se han alejado de la comunión de la Iglesia.
Sin embargo, nunca hemos cerrado la puerta y los invitamos a reconciliarse. Pero deben cambiar su actitud y aceptar las condiciones de la Iglesia Católica y del Sumo Pontífice como criterio definitivo de pertenencia.

¿Qué puede decir del encuentro entre Francisco y Gutiérrez del pasado 11 de Septiembre?

Son tiempos difíciles para las distintas corrientes teológicas, se discute y se aclara. Aunque Gutiérrez siempre ha sido ortodoxo. Los europeos debemos superar la idea de creernos el centro, sin subestimarnos, por otra parte.
De él he aprendido a ampliar los horizontes buscando el equilibrio. Para abrirme a una experiencia concreta: ver la pobreza pero también la alegría de la gente.
Un Papa latinoamericano ha sido un signo del cielo. Gustavo estaba emocionado. Lo mismo yo y también Francisco.

Gutiérrez es el fundador de la Teología de la Liberación quien, según Müller, ha sido siempre ortodoxo.

Nos quedamos con un sabor amargo por esta injusticia que viene a confirmar lo que ya sabemos. Los modernistas no tratan de disimular lo que son y lo que hacen.
A "izquierdas" se permite todo, mientras a "derechas" ni justicia. ¿Pues cómo es que un no excomulgado está sacramentalmente... excomulgado?

Estábamos pensando qué decir, mientras meditábamos una célebre frase de San Pío X "Los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas", cuando vino en nuestro auxilio un amigo de esta casa. He aquí su breve pero sustancioso comentario:

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La hemiplejia moral de Mons. Múller

Por Laurentin de Parmentín

Hace unos años, un obispo argentino que sigue siendo católico y argentino, meditó sobre la "hemiplejia moral" de los críticos que tienen mucha prensa. No buena: mucha.

Acertó en todo porque, en efecto, cualquier crítica que merezca la atención y la consiguiente promulgación de los afamados "medios", cualquiera fuera el asunto sobre la que versare, casi fatalmente debe resultar en una exaltación del vicio, del pecado, de "lademocracia", del izquierdismo de cualquier traza y en una correlativa censura acerba contra todo aquello que pueda tener de católico, virtuoso, heroico, tradicional o anticomunista.
Nos parece una regla que ha adquirido una dimensión universal y que abarca, consecuentemente, todos los ámbitos, como una regla básica de la propaganda subversiva.

El arzobispo Müller, prefecto de una congregación romana, no está ajeno a esto; en recentísimas declaraciones ha hecho uso y abuso de este desequilibrio afectivo para retomar por una parte el tema de la Fraternidad San Pío X -a la cual con cinismo y desparpajo se sigue denominando como "cismática", pese a los serios argumentos que desacreditan este abusivo calificativo- y por lo demás, callar por sistema frente a los atropellos escandalosos que se cometen a diario contra la Liturgia por cualquier movimiento tutelado por el modernismo romano, como los "kikos", o por los comisarios que se imponen tiránicamente a congregaciones tradicionales como los Franciscanos de la Inmaculada, tal como se ha informado por separado en este blog.

También tiene tiempo el Prefecto de la Doctrina de la Fe para elogiar al cura Gustavo Gutiérrez y a la "teología de la liberación" en su conjunto, a los cuales considera estar dentro de los muy "normales" y aceptados límites de los estudios teológicos serios. Así pues, ya no es posible saber qué será un estudio teológico serio.

Desde luego que, para lograr dar alguna forma a este aparato torpe y maniqueo, se deben cometer sonoros abusos del lenguaje o del derecho; total, ya se sabe que la mayor parte de los habitantes del mundo no saben hablar y además, están acostrumbrados a que el derecho es lo que dice el poderoso; el de turno, por supuesto.

Así es como le escuchamos decir que, aunque la excomunión "canónica" está levantada a los señores obispos ordenados por Mons. Marcel Lefebvre, aún pesa sobre ellos la "excomunión sacramental".

Debemos anticipar que la única excomunión que existe en la Iglesia católica, a la cual dudosamente pertenece Müller, es la excomunión canónica -pena medicinal por definición- que lleva aneja la privación de los Sacramentos en forma general, o sea, la "excomunión sacramental", la cual cesa cuando concluye lo principal, esto es, la excomunión canónica.

Si el Prefecto aludido denomina "excomunión sacramental" a alguna otra circunstancia, jurídica o ... "pastoral", no nos consta que tal expresión conlleve un significado unívoco, o que se le dé un uso corriente en algún "colectivo"(*), lleve éste a donde llevare.

Sin embargo, la idea más elemental y definida que trasunta el mensaje es la de la exclusión de la Iglesia, junto a la presunción de ilegalidad de la Fraternidad, bien contrario a la preconizada -algo hipócritamente, digamos de paso- noción de "inclusión" cuya declamación constante tanta celebridad ha dado al nuevo titular del Vaticano.

Hay espacio para todos (y todas...) menos para los réprobos y malos de la película. Pese a que la Iglesia era, y sigue siendo en tanto Cuerpo Místico de Cristo, el lugar del encuentro entre Dios y los hombres y la puerta de la salvación eterna donde todos pueden entrar, a condición de purificarse por medio de los Sacramentos.

Pero para el arzobispo Müller existen otras exigencias cuya inobservancia provoca "excomuniones sacramentales" y que funcionan sabe Dios cómo.
Es decir que en el Vaticano postconciliar nada ha cambiado y todo es muy tradicional: sigue habiendo réprobos y elegidos. Lo único que, ahora, han cambiado de lugar. O de sede.

(*) En la Argentina se denomina "colectivo" a los ómnibus. En el lenguaje moderno, "colectivo" designa un grupo determinado de personas.

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