jueves, 19 de agosto de 2010

Profecías de la Santísima Virgen

Homilía en la Solemnidad
de la Asunción de la Santísima Virgen María
15 de Agosto de 1965
R. P. Dr. Leonardo Castellani, SJ
(Audio - 21' 45")


Mi alma glorifica al Señor,
y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su esclava:
por tanto, desde ahora todas las generaciones
me llamarán bienaventurada.
Porque en mí obró grandes cosas el poderoso,
cuyo Nombre es santo;
y cuya misericordia sobre los que le temen
se extiende de generación en generación.
Hizo alarde del poder de su brazo;
deshizo las miras del corazón de los soberbios,
derribó del solio a los poderosos,
y ensalzó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos,
y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia,
acogió a Israel, su siervo;
según la promesa que hizo a nuestros padres,
en favor de Abrahán y su descendencia,
por los siglos de los siglos.

En el Magnificat, que se puede demostrar es de su autoría aunque la crítica racionalista lo niegue, la Santísima Virgen hizo dos profecías: profetizó que todas las generaciones la llamarían Santa, y anticipó el cambio que el Cristianismo traería al mundo.
El cumplimiento de la primera, realizado cada vez que se entona el Ave María (Santa María Madre de Dios...), en todas las Iglesias que a los largo de la historia y a lo ancho del mundo han sido bautizadas con alguna de sus advocaciones, es, según san Agustín, un milagro más grande que la resurrección de un muerto relatada en el Evangelio. Porque esto último lo creemos por la Fe, mientras que aquello lo constatamos por nosotros mismos.
En cambio muchos dicen que no se ha cumplido la novedad que iba a traer el Cristianismo, que se puede resumir en la elevación de los humildes, de los pequeños, de los temerosos de Dios, y en el abajamiento de los prepotentes, de los soberbios y de los poderosos. Sin embargo, esta segunda profecía de la Santísima Virgen halló pleno cumplimiento en el esplendor de la Cristiandad, cuando al decir de Bosuett, era realidad la eminente dignidad de los pobres en la Iglesia. La causa de que no sea la realidad actual la encontramos en la Revolución Francesa y sus hijos predilectos: el Capitalismo, el Totalitarismo y la falsa Democracia. Aquel mundo feliz, en cuando puede serlo el mundo, lo produjo el Brazo de Dios, el Mesías, el Cristianismo practicado, la Cristiandad; cuyo Rey ha heredado el trono de David su padre, y reinará por siempre, aunque haya un tiempo en que su Reyecía sea opacada.
En la tercera parte del Magníficat, la Santísima Virgen dice que la transformación del mundo operada por el Cristianismo, es el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a Abraham y su descendencia, ya que la Religión de Jesucristo continua, y es ahora, el Israel de Dios. Porque no hubo una serie de religiones que mueren y de las cuales salen otras más perfectas, según opinan algunos, sino que ha habido y hay una sola Religión Verdadera, que se ha ido desarrollando desde Adán hasta nuestros días.
En la parte final de este sermón, pronunciado en Agosto de 1965 poco antes de la conclusión del Concilio Vaticano II, el padre Castellani denuncia las presiones que se ejercían en su seno para la apertura del diálogo interreligioso, dejando claro sus puntos de vista al respecto que pueden resumirse como sigue: "Ya que el Judaísmo actual ha dejado de ser el Israel de Dios, se equivocan los que dicen, aunque lo digan desde lo alto de la Jerarquía, que es más o menos lo mismo que el Cristianismo, o que son religiones hermanas".
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Ilustra esta entrada: "La Visitación", fresco de la Catedral de Vác (1771-1777), cuyo autor es el pintor austríaco Franz Anton Maulbertsch (1724-1796).

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