martes, 28 de septiembre de 2010

La Mujer del Obispo

Obispo Auxiliar de Buenos Aires
habría mantenido, siendo presbítero,
una prolongada relación adulterina


"Los más taimados enemigos han llenado de amargura
a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado.
Le han dado de beber ajenjo,
han puesto sus manos impías
sobre todo lo que para Ella es más querido".

(Del Exorcismo de S.S. León XIII,
que se puede oír al final de esta entrada)
(Audio 18' 17")

Desde un blog, que parece haber sido creado al efecto hace dos o tres días, se dejó ver un poco de humor al referirse al caso que se está ventilando ahora y mantiene en vilo a muchos católicos. Tituló su primera y única entrada: "La Mujer del Obispo".
La Mujer del Obispo es una comedia romántica rodada en 1947, en la que un joven clérigo caracterizado por David Niven desatiende a su esposa (Loretta Young) a causa de sus preocupaciones como pastor, a punto tal que un ángel del cielo (Cary Grant) debe intervenir para aleccionarlo y salvar su matrimonio. Claro, no se trata de la Iglesia sino de una denominación protestante que admite el casamiento de sus ministros; pero creemos que el título ha sido utilizado por El Tribuno para referirse a las probables aventuras de uno de los Obispos Auxiliares de Buenos Aires, que habrían sido recogidas en un fallo judicial y han prometido ser reveladas por Panorama Católico.
Dejando de lado el humor, que a veces sirve para sublimar las penas, no es para reírse la actitud que habría tenido el ahora Obispo antes de ser consagrado: mantener una larga relación con una mujer casada. Y mucho menos hilarante habría sido la decisión del Cardenal Bergoglio quien, sabiendo sus antecedentes, lo habría impulsado al obispado y al alto lugar que hoy ocupa; exponiéndolo a la caída escandalosa que podría afectarlo, si se probara lo anticipado y las Instituciones de la Iglesia funcionaran con normalidad. Cosa dudosa, después de las actuaciones de las autoridades locales en el caso Maccarone, de infeliz memoria.
Generalmente, en la actualidad, se trata de esconder, disimular o desfigurar los desaguisados que cometen los clérigos, no importa de quién se trate ni qué haga; con la consabida catilinaria de que no hay que atacar a la Jerarquía por el escándalo que se puede producir en las almas de los más pequeños y simples. No se diferencia entre la caída ocasional a la que estamos todos expuestos, aún el verdadero pastor; de las iniquidades que cometen los muchos lobos disfrazados de cordero que hoy habitan la Iglesia en la Argentina. Si a aquéllos tenemos la obligación de acompañar y ayudar en la superación de sus faltas, a éstos debemos señalar e intentar neutralizar, "oportuna e inoportunamente". Porque de su permanencia no ha de obtenerse el bien de esas mismas almas que se pretende guarecer: el guía ciego los llevará hacia el abismo; excepto un milagro del Cielo.
Es costumbre de este mundo "civilizado" juzgar los delitos con gran publicidad (se pueden ver por Televisión) y ejecutar las sentencias en el secreto de las prisiones. Antiguamente era al revés, los juicios no tenían mucha difusión, pero sí la ejecución, que se realizaba con un aparato que sirviera de terror y espanto a los futuros delincuentes. El mismo ritual Romano preveía el modo en que debía ser degradado un clérigo felón, como lo señaló el padre Podestá en un sermón, parte del cual copiamos abajo, pronunciado luego del caso Maccarone (28/08/2005) y que, dicen, le costó el exilio de la Arquidiócesis de Buenos Aires:





Ceremonia impresionante, que se realizaba en las escalinatas de las catedrales frente al inmenso atrio donde se reunía el pueblo. Ese mismo pueblo que había sido herido por el escándalo de un pecado público y, más, cuando se trataba de un clérigo. Peor aún si constituido en dignidad. A los crímenes públicos la Iglesia públicamente los castigaba, ya que, en verdadera caridad, restituía a los fieles la confianza en la justicia y probidad de sus autoridades, mostraba la gravedad del delito y, al mismo tiempo, estimulaba el propósito de enmienda y la penitencia y conversión del reo.
Allí, en las escalinatas que subían hacia la puerta del templo, se colocaba un asiento bajo y sin respaldo, tipo sillón frailuno, llamado 'faldistorio', en el cual se sentaba el obispo oficiante. A su lado una pequeña mesa con un mantel, en donde, en medio de cirios apagados, se colocaban las vestiduras sacerdotales junto con un trozo rectangular de vidrio en forma de cuchillo.
Traían al que, después de juicio y sentencia, había sido hallado culpable y los clérigos lo revestían, por última vez, con sus hábitos sacerdotales si era sacerdote, o pontificales si era obispo o arzobispo.
En medio de un silencio sepulcral el Obispo celebrante se ponía de pie y comenzaba:

"En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por cuanto yo (...) Obispo de tal lugar, por gracia de Dios y de la Sede Apostólica, habiendo sido probado fehacientemente de acuerdo a los sagrados cánones (o según propia confesión) el crimen del Obispo o Presbítero tal (...) resultando evidente y público el crimen cometido, y por lo tanto no solo grave y condenable, sino dañoso a la salud de los fieles, y aún enorme por la dignidad del que lo cometió, habiendo no solo ofendido la divina Majestad sino inferido gravísima conmoción a la ciudad, y por esto haberse hecho indigno de su oficio eclesiástico, por ello, tanto por la autoridad de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, como por la de nuestro cargo pastoral, mediante estos escritos lo privamos de todos su cargos y oficios y, por nuestra palabra, lo deponemos, y, según la tradición de la Iglesia, lo sentenciamos a ser degradado."
Luego, con lágrimas en los ojos -según cuentan frecuentemente las crónicas- el oficiante se ponía de pie y, si el reo era obispo, le sacaba la mitra de la cabeza, diciendo: "Desnudamos tu cabeza de la mitra, ornato de dignidad pontifical y que enlodaste en el ejercicio de tu autoridad".
A continuación, un acólito traía un evangelio y se lo ponía al depuesto en las manos. El oficiante entonces se lo retiraba diciendo: "Devuelve el Evangelio, porque, habiendo despreciado la gracia de Dios, te hiciste indigno del oficio de predicarlo".
Después le sacaba el anillo: "Te arrancamos este anillo, signo de fidelidad a tu esposa la amada Iglesia de Dios, a quien temerariamente traicionaste".
Otrosí: "Te quitamos el báculo, para que no te atrevas más a ejercer el oficio de dirigir que tan gravemente perturbaste".
Y, finalmente, la parte más emotiva. Con el vidrio -sin filo, por supuesto- habiéndole quitado los guantes ceremoniales -las 'quirotecas'- le raspaba los dedos y las manos simbólicamente y decía: "En cuanto está en nuestro poder hacerlo, así te privamos de tu bendición sacerdotal y de tu unción episcopal, para que pierdas el honor y la gracia de santificar, bendecir y consagrar".
También pasaba el vidrio por su frente: "Borramos de tu frente la consagración, la bendición y la unción que se te confirió, y te deponemos del orden pontifical para el cual te has hecho indigno".
Al final, conmovido, lo exhortaba a la penitencia y al arrepentimiento y, si lo que había cometido era un delito común, lo entregaba al fuero civil.
Esta ceremonia, se encuentra en el Pontifical Romano anterior al Concilio Vaticano II. En latín. La he traducido algo libremente para Vds.
Es verdad que este rito en particular ya prácticamente no se usaba desde hacía tiempo: no era fácil que ningún obispo sinvergüenza se aviniera a someterse libremente a la degradación. Pero la ceremonia, al menos en los papeles, estuvo en vigencia por lo menos hasta la aparición del nuevo pontifical de después de los setenta. Y lo cierto es que nunca se derogó, y no sería malo que de vez en cuando se utilizara.





Hasta aquí el Padre Podestá.
Esperemos que el Romano Pontífice haga justicia en este caso, si es lo que parece ser. Porque creemos que ella no saldrá, salvo milagro y de los mayores, de la Curia Arzobispal.
Mientras tanto, y en la Fiesta de San Miguel Arcángel, recemos el Exorcismo de León XIII, del cual estamos necesitados hoy más que nunca. (Audio tomado del programa "Mientras el Mundo gira" a cuyos productores mucho agradecemos).
Para comenzar oír, presione el botón de Play:

Get this widget | Track details | eSnips Social DNA







Baje el Texto del Exorcismo

4 comentarios:

Francisco Agüero dijo...

Parece mentira que se promueva la sola idea de restaurar el ceremonial de "desconsagración", pues aunque lleno de belleza por la conciencia de gracia del Ministerio, no deja de pertenecer a una larga era de olvido del contenido verdadero de dicha gracia: el Sacramento es para siempre, y no es una potestas jurídica, sino sacramental; no se le quita el poder para ejercer (no es magia); sigue siendo partícipe del Sacerdocio de Cristo Cabeza y Pastor, sea Obispo (plenitud) o sacerdote(colaborador)
En fín, a ver si nos moderamos...
Y menos gusto por lo morboso, por favor...

Anónimo dijo...

Me parece una tomadura de pelo todo lo que está pasando con este tema.
Cualquiera puede saber quién es el arzobispo de marras: basta con que consulte en esta página el ÚNICO nombramiento de obispo argentino en octubre de 2000 en la página http://www.catholic-hierarchy.org/

Anónimo dijo...

Bien por él

Anónimo dijo...

Que les permitan casarse y listo, son hombres como todos, La Iglesia mantiene posturas anacrónicas de siglos atrás.