Monición para el XIII Domingo del Tiempo Ordinario
¿Quieres que hagamos caer fuego del cielo? |
En el último año de su vida pública, Jesucristo pasa por Samaria dirigiéndose, con decisión y coraje, a Jerusalén, ciudad en la que consumaría su Sacrificio, en otra etapa del viaje sagrado que habría de llevarlo desde Belén al Calvario.
Allí lo esperaba una de las humillaciones que hubo de afrontar en su vida: el rechazo de los samaritanos; unos herejes que no aceptaban totalmente la revelación judaica, y cuya actitud se prolongaría luego en la historia de la Iglesia a través las herejías que la afectaron y la afectan hasta el día de hoy.
Dos de sus apóstoles, llamados "hijos del Trueno", llenándose de indignación ante las injurias ofrecidas al Maestro, pretendieron destruir a los ofensores con fuego del Cielo. Actitud que Cristo rechaza, no porque estuviera mal mostrar ira frente a tamaña iniquidad, sino porque nadie debía impedirle sufrir y morir por la Verdad.
El rechazo de Cristo continúa también a lo largo de la historia, tanto en el plano personal como en el colectivo; en las gentes que se niegan a cobijar al Señor, y en los Estados que han expulsado a Jesucristo de las leyes sustituyéndolo por ídolos de moda.
Sin embargo, así como el maltrato de los samaritanos no le impidió al Señor entregarse en la Cruz también por ellos, a pesar de nuestros pecados individuales y sociales Él se sigue entregando por nosotros cotidianamente en el Santo Sacrificio de la Misa, a fin de que sean curadas nuestras enfermedades.
Acabada la ofensa de aquellos herejes judíos, confirmado el Señor en su resolución, siguió subiendo altiva y decididamente hacia Sión, lugar del Sacrificio.
Y en ese ascenso llamó a algunos a seguirlo haciéndoles notar lo arduo de esta entrega, pues el seguimiento de Cristo supone el desprendimiento, no sólo de lo malo, sino aún de los bienes que ansiamos en razón de nuestra naturaleza.
Pidamos al Señor que nos contagie, purificado por la caridad, el celo que mostraron los apóstoles Santiago y Juan cuando fue afrentado. Pidámosle también que nos permita reaccionar de manera condigna y equilibrada cuando la gloria de Dios sea conculcada. Pidámosle, finalmente, que no seamos indiferentes a sus llamados sino que, postergándolo todo, estemos dispuestos a seguirlo hasta el martirio.
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2 comentarios:
Muy bien viene esta homilía acerca del mal trato que recibe Jesús de los habitantes de Samaria y la indignación de dos de sus apóstoles, que Jesús calma. Que templanza ante la adversidad y que infinita caridad el haber muerto por todos y haber pedido al Padre en la Cruz : ¡ Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen ! ¡ Qué difícil es el camino de la santidad ! ¡ Que difícil es poner la otra mejilla! ¡ Que dificil no es montar en ira y devolverle a estos herejes judíos lo que merecían: la lluvia de fuego purificadora!.
Que claridad de conceptos la del predicador. Como Jesús nos enseña
sufriendo con humildad todas nuestras injurias y devolviendo bien por mal.Todavía no he llegado a tanto, y en eso estamos, combatiendo la ira, rezando.
Página Católica podría decir quién es el autor del cuadro?
@Olorapescadero
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