domingo, 27 de julio de 2008

¡JesuCristo, mi Tesoro!

Lecturas y Homilía en el XVII
Domingo del Tiempo Ordinario
Mons. José Torquiaro
(Audio - 25' 20")

El profeta Isaías (56, 10) llama "atalayas ciegos, ignorantes, perros mudos, incapaces de ladrar...", a los malos pastores que, por perseguir sus propios intereses y vivir cómodamente, se callan antes los abusos; dejándose guiar por razones políticas y personales en vez de predicar y practicar la doctrina del Evangelio. A ellos se refirió Cristo llamándoles "hipócritas, que vienen a vosotros con piel de ovejas pero en realidad son lobos rapaces" (Mt 7, 15). Porque también en el seno de la Iglesia Militante, representada por la parábola de la red que se lee en el Evangelio de hoy, se lleva a cabo la lucha sempiterna que solamente acabará con la siega final. En cambio el buen pastor, el que conoce sus ovejas, está dispuesto a dar su vida por ellas porque ha encontrado el verdadero tesoro, la perla escondida del Evangelio, Jesucristo nuestro Señor.
Si el mundo actual vive en "guerra y rumores de guerra", si es difícil hallar verdadera paz en nuestros días, es porque la mayoría desconoce el tesoro por el cual dijo San Pablo (Rm 8, 35-39): "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?... estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni otra criatura alguna, podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro"
. Roguemos para que Dios nos dé la gracia de encontrar este Tesoro capaz de mudar la faz de la tierra.

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1 comentario:

esteban medina caly dijo...

Queridos hermanos en Cristo:
Debo aclarar, antes que nada,que soy un devoto lector del Padre Castellani y que me llena de orgullo tener -en mi no muy poblada biblioteca,- algunos de sus títulos más señalados.En medio de una vida de pecados, debo reconocer que le debo a él, haberlo reencontrado a EL, luego de períodos de incertidumbre y confusión. También al Padre Menvielle, por medio de los cuales logré quitarme las telarañas de los ojos y comenzar a ver claro.
Pero he aquí lo trágico: lo que hemos escuchado de Castellani tienen ya más de 40 años de pronunciado... Y qué se ha hecho al respecto. Uno se sobrecoge de terror al comprobar que está diciendo cosas que están pasando ahora a la vista de todos y -salvo muy pocos- se dan cuenta del aquelarre en que estamos metidos.
Es más, le importa a alguien, sobre todo cuando hasta dentro de la mismísima iglesia se advierten síntomas cada vez más visibles de decadencia herética y de desdén por la Tradición? Sobre todo cuando voces como las de los mencionados profetizaron con una justeza increíble lo que iba a pasar. Cuántos escuchamos? Cuántos entendimos? Cuántos los seguimos?
Cuántos los defendemos?
Mea culpa! Y lamentablemente creo que no puedo esperar -en este mundo
al menos- absolución alguna.
Y aunque se piense que caigo en un conformismo cómodo y escasamente combativo, deberé esperar el juicio divino una vez que, a los pies de Cristo, llore mi arrepentimiento.