miércoles, 16 de febrero de 2011

El último "cartucho" del padre Michel


Su recurso fue rechazado por cuestiones de forma

Según especula Osservatore Vaticano,
el padre Michel continuaría celebrando en Thiberville



Según nos informa Osservatore Vaticano, los recursos presentados por el padre Francis Michel, que finalmente fueran rechazados por la Signatura Apostólica, lo han sido en virtud: ¡de una cuestión de forma que no de fondo!
¡Bendita cuestión de forma! Será todo lo legal que se quiera, pero que mal que hace en este caso si provoca el cierre de la parroquia de Thiberville y la expulsión de su párroco. Que es lo mismo que decir, si deja a 5.000 fieles sin la liturgia católica.

Por eso estamos convencidos de que el Papa Benedicto XVI debe intervenir con su autoridad de Sumo Pontífice, que está por arriba de cualquier ley canónica aprobada o por aprobarse, para asegurar la salvación de las almas; lo cual es el deber supremo de la Iglesia.
Máxime cuando estamos frente a un claro e irracional abuso de un pastor modernista que ha hecho las mil y unas y, para finalizar, ha dicho que es Benedicto XVI el que lo ha llamado al episcopado sin que él se lo haya pedido.

Nos viene a la memoria que la Signatura Apostólica rechazó también el recurso de las Hermanas del Divino Salvador de Buenos Aires, atacadas por el cardenal Bergoglio mediante su esbirro Mons. García, porque había sido presentado fuera de tiempo, es decir por la "bendita cuestión de forma".
Sin importar que el Comisario Pontificio, el mencionado Mons. García, haya sorprendido a las monjas llegado con su séquito a la Santa Casa sin avisar; máxime cuando el Veedor Apostólico, Mons. Salaberry (actual obispo de Azul), les había dicho el día anterior que no sabía nada de una posible intervención (la cual no podía desconocer en modo alguno). Sin importar que a las desprevenidas e inexpertas monjitas les hayan retenido, por más de treinta días, las copias de los papeles que debieron firmar a las apuradas. ¡Cómo espera el Cardenal Burke que no se agoten los tiempos!
La letra de la Ley no puede estar por arriba de su Espíritu, como enseñó el Señor en el Evangelio leído el pasado Domingo VI del Tiempo Ordinario. La Justicia y la Caridad no pueden estar subordinadas a letras hilvanadas en un código, por más que éste sea el de Derecho Canónico.

Osservatore Vaticano nos informa también que los abogados canonistas que asesoran al padre Michel cuentan con un "cartucho" último, pero que en vez de dispararlo preferirían que sea usado en la negociación con el Obispo Norrichard. Suponemos que se trata de alguna estratagema legal, aunque los mal pensados se pregunten ¿Acaso tendrán alguna comprometedora sorpresa?

De cualquier manera, según el autor de ese blog, "el expediente está lejos de haber sido cerrado, y el 20 de Febrero, que debería ser el día en que el padre Michel celebre su última misa como cura de Thiberville, no marcará el fin de este asunto, sin duda alguna. Sin embargo, con toda probabilidad, ese día marcará el fin de una «mancha»: el abad Michel no debía seguir siendo párroco de Thiberville".

Publicamos a continuación, nuestra traducción del artículo mencionado, cuya lectura recomendamos y en el que encontramos conceptos coincidentes con los vertidos por nosotros en una anterior entrada: "El mal negocio de Mons. Nourrichard".


Veinte de Febrero: el padre Michel celebrará
su última Misa como cura de Thiberville.

El Domingo 20 de febrero, el padre Michel debería celebrar su última misa como párroco de Thiberville. A finales de enero, su recurso ante el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica ha sido rechazado por cuestiones de forma, y no de fondo.
Según nuestras informaciones, los asesores jurídicos del padre Michel todavía disponen al menos de un "cartucho", pero parece que han preferido utilizarlo para negociar con el Obispo de Èvreux, Monseñor Nourrichard.
El expediente está muy lejos de haber sido cerrado, por lo cual, sin duda alguna, el 20 de febrero no marcará el fin de este asunto. Sin embargo, con toda probabilidad, ese día marcará el fin de una "mancha": el padre Michel no debía seguir siendo párroco de Thiberville. Y es para nosotros la oportunidad de obtener un primer balance de este caso e intentar desentrañar la raíz de los acontecimientos.

Lo primero que salta a la vista, es que el obispo eligió destruir a sabiendas la parroquia que mejor "caminaba" en su diócesis. Porque más allá de los argumentos propios de un síndico de quiebras que lo han llevado a fusionar Agrupamientos Parroquiales, aunque en alguna circunstancia ésta haya sido la única posibilidad disponible, es evidente que clausurar una parroquia "que factura", es suicida.
Por otro lado, ningún argumento sobre "la pastoral de conjunto" se sostiene seriamente. ¿A quién le van a hacer creer que no era posible sostener esta parroquia al menos mientras el padre Michel esté en condiciones físicas de asumir su responsabilidad? Nada impide, que yo sepa, tratar diferentemente casos diferentes.

El segundo elemento a tener en cuenta es que el obispo no se ha comportado como un pastor, sino más bien como un burócrata (*), o si se prefiere la versión soviética, como un Apparatchik (forma despectiva de designar a los agentes del aparato gubernamental en la ex URSS), que ha tomado una decisión brutal, sin hacer el esfuerzo de escuchar los argumentos del padre Michel ni considerar, con mayor razón todavía, el sufrimiento de los fieles. Porque en esta Iglesia que se dice "próxima al pueblo", la "clerocracia" reina a sus anchas: algunos funcionarios de la curia diocesana, creen saber con mayor exactitud que los fieles lo que es mejor para ellos.

El tercer punto a considerar es que el padre Michel encarna un verdadero desafío ideológico. Lo reprochable en él es que sea un cura "a la antigua" en todos los sentidos del término: un cura que se siente responsable por la salvación de las almas de sus fieles, un cura deseoso de enseñar la fe tradicional de la Iglesia Católica y deseoso de aplicar el Motu Proprio Summorum Pontificum. Evidentemente, era necesario que esto desagrade a un obispo que no ha temido participar de unas falsas ordenaciones de mujeres anglicanas: ¡en el mismo momento en que Roma acoge al clero anglicano indignado por esta violación de la Tradición Apostólica!

Al respecto, es necesario puntualizar que el obispo y sus colaboradores han utilizado métodos deshonestos para aplastar cualquier oposición, tanto de parte del padre Michel como de sus fieles. Porque siempre han dejado entender que tienen, si así pueden ser llamados, unos "informes" sobre el párroco destituido.
Yo no lo conozco personalmente, ni soy su confesor (¡qué va! Yo soy laico... como los sedicentes "ordenados" de Mons. Nourrichard). No sé si estos supuestos informes son ciertos o no, y no me preocupan en lo más mínimo. Ni siquiera he conseguido saber el contenido exacto de las acusaciones (más exactamente, oí varias versiones que no coinciden entre sí). Lo único que sé es que proceder por insinuaciones jamás asumidas, es bastante escandaloso; sea que el padre Michel se haya portado inadecuadamente y merezca ser removido, sea que estas "carpetas" están vacías y se trate de puras calumnias. Si no es gratificante ver que estos procedimientos se apliquen en las campañas electorales, es muy inquietante que sean utilizados por la autoridad de la Iglesia.

Por último, tenemos que preguntarnos por la ausencia completa de negociación, más si recordamos el precedente de Port Marly. Es sabido que esta parroquia había sido "ocupada", contra la opinión del obispo y del cura, por una comunidad tradicionalista. Sin embargo, el Obispo de Versalles, Mons. Thomas, sin dudas menos burócrata (*) que su colega de Èvreax, negoció, y hoy Port-Marly es una hermosísima parroquia tradicional, perfectamente insertada en la "pastoral de conjunto" aún cuando mantiene sus legítimas diferencias.

Naturalmente, este artículo no quiere cargar las tintas exclusivamente sobre Mons. Nourrichard, lo cual sería injusto. El padre Michel tiene también su cuota de responsabilidad en el envenenamiento de las relaciones. Pero tanto para bien como para mal, el superior es siempre responsable, y no hay forma alguna de exonerar al obispo de Èvreax de su abrumadora responsabilidad.

Y ahora: ¿qué va a pasar?
Si he entendido bien, la parroquia de Thiberville dejará de existir el próximo 20 de Febrero. En su lugar surgirá un anónimo distrito administrativo, atendido por lo que ahora llaman un moderador, quien vendrá a decir misa de vez en cuando en este pueblo que quiere seguir siendo católico.
Sea. Pero esto no resuelve nada. El padre Michel, no teniendo a dónde ir, permanecerá seguramente en Thiberville. Es difícil imaginar que celebre la santa Misa en el cuarto de servicio de la Casa Parroquial. Por lo tanto, es probable que alguno de los 13 alcaldes de su antigua parroquia, y por qué no el de Thiberville mismo, le confíe las llaves de la iglesia del pueblo (**), para que la comunidad parroquial se siga reuniendo a su alrededor.

En otras palabras, mientras el obispo Nourrichard podría haber encontrado fácilmente una solución -sin duda "defectuosa" a los ojos de su plan de reorganización diocesana, al estilo de Port Marly después de 1988, cuando la iglesia fue prácticamente "ocupada" con el permiso tácito del Obispo, a la espera de regularización que vino después- eligió la oposición frontal, sin ningún beneficio visible ni para sí mismo, ni para su "moderador" (creemos que se refiere al párroco de Bernay a cargo de Thiberville), ni para el padre Michel, ni, sobre todo, para los fieles... ¿Brillante de verdad! (*).

Nota del autor: Como en toda hipótesis, para el desarrollo de los acontecimientos hay que tener en cuenta un hecho de la mayor importancia: todos los alcaldes de los pueblos que integraban la extinta parroquia, apoyan al padre Michel. Y la situación política actual favorece el mantenimiento de esta sistuación: dentro de un mes tendrán lugar las elecciones cantonales, que son el preludio de la larga campaña presidencial y legislativa de 2012, y al menos en estas elecciones, la derecha ya no aspira al triunfo sino sólo a no perder demasiado. Mal podrán entonces los dirigentes de la actual mayoría, ayudar a Mons. Nourrichard (que es justamente el cesionario de las iglesias en cuestión) en el cumplimiento de sus decisiones, si con ello pierden unos cuantos preciosos votos.


(*): El autor se equivoca o no se anima a decirlo, pero las graves decisiones tomadas por Mons. Nourrichard no son propias de un burócrata. Actúa no como tal, sino como un enemigo de la Iglesia hecho y derecho. Por eso el articulista no puede hallar razón a su accionar.

(**) Como ya hicimos notar en otro artículo, los Templos en Francia son propiedad de los municipios y no de la Iglesia. Dios saca bien de los males que permite, y algo bueno tenía que sacar de la Revolución Francesa. Bueno para estas épocas en que el enemigo maneja los hilos desde dentro.

1 comentario:

Página Católica dijo...

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