sábado, 13 de octubre de 2012

Monición - XXVIII Domingo durante el Año


Monición para el
XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario



Da a los pobres lo que tienes y luego sígueme.

El Evangelio de hoy es una exaltación del espíritu de pobreza, vocablo éste que en principio hizo referencia a la carencia de bienes, incluso a la explotación, pero que luego tomó un sentido espiritual volviéndose sinónimo de justicia y humildad. Los humildes, los justos, son los predilectos de Dios, no sólo por su pobreza sino, y sobre todo, por su actitud religiosamente despojada. Ellos ponen su confianza en el Señor porque en Él fundan su fe.

El Señor, que nació pobremente, vivió en el humilde taller de Nazaret, y en ocasiones no tuvo dónde reclinar su cabeza, enseñó de manera tajante que no se pude servir a dos señores, a Dios y al dinero.
Su pobreza sería nuestras riqueza, como dijo el Apóstol, porque Dios que era rico, se hizo pobre hasta la muerte y muerte de cruz, y resucitado nos enriqueció con su pobreza.

A imitación de Cristo, a nosotros se nos pide el desprendimiento en orden a nuestra salvación. Desapego afectivo a los bienes terrenales, porque quien se adhiere con exceso a las ellos, se hace incapaz de percibir el valor de lo sobrenatural. Por eso la primera característica del verdadero pobre de espíritu, es la estima de los bienes superiores sobre los terrenos. Contrario sensu, el impío es descripto en la Escritura como aferrado a sus posesiones.

El pobre de espíritu, por saberse pequeño delante de Dios, es además humilde. Conoce que es creado y pecador, siente la necesidad de ser salvado, no por sus propias fuerzas como enseña la herejía del iluminismo revolucionario, sino por la gracia de Dios.

En la Sagrada Eucaristía Cristo viene a nosotros bajo el pobre aspecto del pan y del vino, despojado tras las sencillas apariencias sacramentales; pidámosle que nos enseñe el valor de la pobreza, que es comparable a  la sabiduría de que nos habla la primera lectura de hoy, preferible al cetro y al trono, pues nos procurará un tesoro en el cielo.


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2 comentarios:

edgardo agustin dijo...

“es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja…”— para mostrar la gravedad del “desorden propio de esta pasión, el cual consiste en apegar el corazón a la tierra, endurecerlo en lo que respecta a Dios y al prójimo, volverlo insensible a las cosas del Cielo”.
Fillion aclara este punto en particular: “Aquí no se trata de los ricos en cuanto tales, porque la posesión de bienes temporales no es de suyo un estado de pecado ni causa de condenación, aunque ofrezca serios peligros. Jesús no excluye de su reino más que a los ricos apegados a sus bienes y que, por así decir, han colocado en ellos su finalidad y todo su afecto”.
De otra parte, ¡cuántos pobres se rehúsan a practicar la virtud! Éstos harían bien en escuchar el requerimiento de San Cesario de Arles: “Ricos y pobres, escuchad lo que dice Cristo. Hablo al pueblo de Dios. En vuestra mayoría sois pobres o debéis aprender a serlo. No obstante, escuchad, pues podemos vanagloriarnos incluso de ser pobres. Cuidaos de la soberbia, no sea que los ricos humildes os superen; guardaos contra la impiedad, no suceda que los ricos piadosos os dejen atrás”

Anónimo dijo...

Para colmo de ser pobres o indigentes son miserables pues no se les está enseñando a edificarse en Cristo y hasta se ponen muchas veces ORGULLOSOS de sus miserias.
Pobres almas abandonadas.