viernes, 19 de octubre de 2012

3 - El 1º Legado de un Papa en Sudamérica


XXXII Congreso Internacional de Buenos Aires

Llega el Cardenal Pacelli, legado del Papa Pío XI

9 de Octubre de 1934

(Video: 11' 56")

El Conte Grande, que trajo al Legado y a San Luis Orione

Despliegue esta entrada para ver la primera parte de la película sobre el Congreso. Ver artículos precedentes de la serie en: (1) y (2)


"... a ti, Amado Hijo Nuestro que con Nosotros y a Nuestro lado desarrollas una asidua y diligentísima labor en el gobierno de la Iglesia universal, por estas Letras te elegimos y constituimos Nuestro Legado, como ya antes hemos anunciado, para que de acuerdo con tu amplísima dignidad de Padre purpurado y el preclaro cargo que desempeñas, y al mismo tiempo, de acuerdo con tu singular veneración y piedad hacia el admirable Sacramento, representes Nuestra persona, y presidas en Nuestro nombre y con Nuestra autoridad, el Congreso Eucarístico Internacional que próximamente ha de celebrarse en la ciudad capital de los Argentinos...Confiadamente, pues, Amado Hijo Nuestro, primer Legado “a latere” del Pontífice enviado a América del Sud, emprende este fausto viaje para desempeñar el nobilísimo cargo. ".

Pío Papa XI.

Ese día Buenos Aires amaneció espléndida, y con el transcurrir de las horas se tornó jubilosa y vibrante. El sol brillaba intensamente, en un día en que la primavera parecía más encantadora que nunca.

Pasado el mediodía ríos humanos llegados desde todos los sectores de la ciudad comenzaron a convertirse en muchedumbre en el puerto y cercanías, como también en el trayecto que iba a recorrer el Cardenal Pacelli.

Encabezaba la espera el Presidente de la Nación, Gral. Agustín P. Justo, el Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Santiago Luis Copello, y el Intendente Municipal Mariano de Vedia y Mitre; y con ellos todos los ministros y funcionarios junto con los prelados, clero y fieles.

Hacia el fondo de ese paisaje singular e inolvidable, se acercaba ya lentamente el Conte Grande. En su mástil ondeaba la bandera pontificia, y toda la nave, también empavezada, mostraba su pasaje saludando con una nube de pañuelos a la Ciudad de Buenos Aires, estremecida con emoción jamás vista

Algunos aviones volaban desde el fondo de la ciudad hasta la nave, y luego de dar unas vueltas a modo de saludo retornaban. En el momento de arribar, las sirenas de todos los barcos anclados sonaron junto con los estruendos a modo de cañonazos.


En ese momento, el siguiente telegrama era enviado hacia el Vaticano:

"En el instante en que Su Eminencia el Cardenal Pacelli desembarca en tierra argentina, elevo a Vuestra Santidad las expresiones del íntimo reconocimiento del pueblo y gobierno argentino por el honor que se ha dignado dispensarnos enviando a Su Eminencia, el Secretario de Estado, Legado a latere al Congreso Eucarístico, cuya celebración en Buenos Aires importa una insigne distinción.
Ruego a Su Santidad que quiera aceptar en nombre del profundo sentimiento católico de la Nación, los votos que formulo reverentemente por la mayor gloria de Dios, por la constante elevación de la fe cristiana, y por el bienestar de Vuestra Santidad”
 Agustín P. Justo
Presidente de la Nación Argentina


Colocada la planchada, descendió el Legado. Entonces se sucedieron los saludos, los aplausos y los vítores. Repicaban todas las campanas de todas las iglesias, también las de la Torre de los Ingleses. Monseñor Napal anunció con voz emocionada: "¡Católicos del mundo: Su Eminencia el Legado de Su Santidad está ya en América!".


El Legado desciende


Luego, la bienvenida del Intendente Municipal Mariano de Vedia y Mitre, cuyas frases iniciales pasarían rápidamente a la historia. A lo que respondió el Legado con un improvisado discurso en perfecto castellano que emocionó a los presentes.


El Cardenal Pacelli es recibido por las autoridades.


Cuando terminada la recepción formal el Legado salió de las dependencias portuarias, para iniciar su recorrido hacia la Catedral, acompañado del Presidente de la Nación y en la carroza presidencial, dice el diario La Nación, “la multitud lo recibió con un grito de júbilo. Buenos Aires era en ese momento un repicar de campanas, un clamoreo de muchedumbre, y un rebrillar de tropas, bajo un cielo magnífico y un flamear de miles de banderas”.


El Legado en la carroza presidencial.


Sigue la crónica de La Nación dice. “Los jardines de Buenos Aires y sus aledaños deben estar sin flores, porque la jornada de ayer, gloriosa de sol y promisoria de días claros, tuvo el encanto de una lluvia persistente de flores de todas clases. Al entrar la comitiva por la Plaza San Martín desde los balcones y las aceras, se arrojaron por millares a los coches, claveles blancos y rojos, rosas de la gama múltiple de sus colores, violetas, alverjillas de todos los tonos, azaleas, tulipanes, gladiolos y racimos de glicinas…Quizá no se recuerde otra manifestación semejante en ese sentido, y quiso la época propicia de los primeros calores, en que se abren las flores más bellas, que tantas manos se tendiesen en un esfuerzo continuado para ofrecer al ilustre huésped un testimonio armonioso y significativo a su llegada. Luego Santa Fe, Callao, Avenida de Mayo, quedaron con una alfombra insospechada”.


Una multitud aguarda al Cardenal Pacelli frente a la Catedral.


Finalizada la ceremonia en la Catedral, y luego de un breve descanso en la residencia de la Condesa Pontificia Da. Adelia María Harilaos de Olmos, palacio que posteriormente donara a la Santa Sede y en el cual funciona la Nunciatura Apostólica hasta nuestros días, el Cardenal Pacelli visitó al Presidente Justo en la Casa de Gobierno.


El Cardenal Pacelli saliendo de la Casa Rosada, luego de su visita.


En esta  Casa residió el Legado durante el Congreso.


Otra vista de la Nunciatura.


Cama destina al Legado

Según el testimonio de la Sra. Mercedes Anchorena de Ferrari, el Cardenal Pacelli no utilizó esta cama, pues su acentuado ascetismo lo llevó a dormir en el suelo. Actualmente se conserva en el Museo de Luján.



Película sobre el

XXXII Congreso Eucarístico Internacional de Bs. As.
Primera Parte

9 de Octubre de 1934

Arribo del Cardenal Pacelli, Legado de su Santidad

(GLORIA TV)









Arribo del Cardenal Pacelli, Legado de su Santidad

(YOU TUBE)



Vea el Video en You Tube



Del Discurso de bienvenida del Intendente de Bs. As.

Mariano de Vedia y Mitre

Saludo en Vos al soberano más poderoso de la tierra. Su poder no está fundado en la fuerza, ni en la grandeza material. Sus armas no son armas mortíferas, sino armas de vida. Es el más poderoso y también el más grande. Su fuerza es sólo espiritual. Por eso los pueblos pueden verlo engrandecerse sin peligro para ninguno de ellos y para mayor gloria de todos. (...)

Vuestra presencia, señor, a las puertas de Buenos Aires, aparece a nuestro espíritu como un símbolo de la presencia de Jesús a las puertas de Jerusalén. No supo conocer Jerusalén la presencia de Dios. Dios le dio ese día, refiere el Evangelista, para que conociera lo que podía traerle la paz y la justicia. Pero todo estaba oculto a sus ojos. Por eso dijo Jesús: “Vendrán días sobre ti en que tus enemigos te circunvalarán y de rodearán de contramuros, y te estrecharán por todas partes y te echarán por tierra a ti y a tus hijos y habitantes, y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra, porque has desconocido el tiempo en que Dios te ha visitado”.

Emisario de Cristo Rey, que traéis a todos los hombres un mensaje de paz, que ese mensaje sea escuchado. Es el voto fervoroso con que saludamos vuestra llegada a Buenos Aires. Que nos sea dada la paz del Señor. No basta, no, quitarles a los hombres los instrumentos de muerte. Caín no necesitó de muchas armas mortíferas para matar a su hermano. Es necesario que la conciencia humana renuncie para siempre a la guerra del hombre contra el hombre. (...)

Volvamos al Evangelista, que concluye: “Todos los días enseñaba en el Templo”. Y bien, todavía sigue enseñando en el Templo. Cristo, en el Tabernáculo, por un prodigio de amor que supera a todos los milagros y a todos los prodigios místicos, está como entonces presente en la tierra. Cada pueblo y cada alma es la Jerusalén que Él quería conquistar. La lección es la misma, conseguir que el hombre, al renunciar en su corazón a las cosas materiales, se eleve sobre ella y se adelante ya en la tierra a la posesión de la Jerusalén celeste, que es la tierra de la bienaventuranza en la que está apagada toda violencia y toda injusticia.

Por eso será bienaventurado este pueblo si conoce su hora, si comprende el mensaje de Cristo: “Es ésta la hora de la paz que le ha sido dada”.



 De las Palabras de Agradecimiento improvisadas por
el Cardenal Eugeni Pacelli

“Agradecemos a V .E. las corteses y elocuentes palabras de bienvenida que acaba de pronunciar. La gran ciudad de Buenos Aires ha hecho oír la voz de su proverbial hidalguía y de su fe acendrada por medio de V. E. que es su auténtico y autorizado representante.

Grande es nuestro reconocimiento por todo lo que contienen las palabras de V. E. (...) Nuestra humilde persona desaparece completamente ante la trascendencia de la misión que se nos ha confiado”, -y luego de una referencia al hecho de ser la primera vez que se envía un Legado a la América Latina-, “tan predilectamente amada del Vicario de Jesucristo. Y las palabras de V. E. y la generosa, imponente, magnífica acogida que se ha preparado al enviado del Papa, muestran elocuentemente cómo corresponde el pueblo argentino y sudamericano a esa predilección del Padre común de la cristiandad”

(...) Mirando los días que ahora comienzan, los vemos como días de paz evangélica, de labor apostólica y de fervores sobrenaturales, Nos consideramos como mensajeros de la paz de Dios que el mundo no puede dar, como animadores de las almas apostólicas que en estos días han de congregarse aquí, y como portadores, aunque sea en vaso de arcilla, de ese fuego divino que Jesucristo vino a traer a la tierra. Anhelamos y pedimos que la paz penetre hasta lo más íntimo de las almas, que los frutos del apostolado hinchen los trojos del padre de familia, y que ni un solo Corazón esquive las llamas del Corazón de Cristo. (...)

Buscamos ante todo que se realice lo que se ha impreso en los programas del Congreso Eucarístico Internacional, con frase que lleva en sus letras llamaradas insaciables de celo: el triunfo mundial de Jesucristo, Rey de la Paz.”



Declaración Oficial del Cardenal Pacelli
a su arribo a Buenos Aires

Mientras el mundo entero vuelve los ojos a Buenos Aires, donde la humanidad redimida celebra un nuevo triunfo de su divino Rey, vivo y presente en la Santísima Eucaristía, me es grato transmitir por mi humilde persona, la aprobación, la bendición y la participación del Sumo Pontífice Pío XI, Vicario de Cristo en la tierra.

Mensajero de aquel que en la tierra representa al Rey de la Justicia y Príncipe de la Paz, expreso mis ardientes votos de que, como hoy en Buenos Aires bajo la enseña eucarística, los representantes de todos los pueblos fraternicen en un solo e idéntico canto de gloria a Dios, y en un solo e idéntico propósito de perfección, así siempre y por toda la tierra reine la misma unión fraternal de entendimiento y corazones, bajo el imperio augusto y suave del Dios que vive en nuestros altares.


Las citas de esta entrada han sido tomadas del excelente libro del Sr. Giorgio Sernani titulado: "Dios de los Corazones", Ediciones María Reina (Buenos Aires - 2009); cuya lectura recomendamos.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un detalle interesante: Ese mismo día, muy lejos del Buenos Aires que lo vio nacer, moría mártir el Hno. Lasallano Benito de Jesús, san Héctor Valdivielso. Su sangre regaba tierras asturianas y abría con gloria el Congreso Eucarístico.
Coincidencia o Providencia?
Buena pregunta...

Página Católica dijo...

Sabía lo que Ud. dice por el libro de Giorgio Sernani.
Voy a ver si se puede mencionar en el texto.
Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Lo que veo en página católica es muy emocionante, es el espíritu que tanto se extraña hoy. Gracias!!!
Pablo.