sábado, 13 de julio de 2013

Monición - XV Domingo durante el Año


Monición para el XV Domingo del Tiempo Ordinario

Ciclo C

"El Buen Samaritano"


"Ungió sus heridas con aceite y vino"

Los Santos Padres al hablar de la parábola del Buen Samarita que se lee en el Evangelio de hoy, la explican en todos sus detalles, aplicándola a la teología de la historia desde el Génesis hasta el Apocalipsis:

El hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó es figura de la Humanidad entera que, tras el pecado de Adán, descendió de la Jerusalén paradisíaca a la mundanal Jericó.

Los bandidos que lo atacan representan a Satanás, ladrón de almas que nos ha robado los dones naturales, preternaturales y sobrenaturales con que el Señor nos había inundado, dejándonos medio muertos.
Pues el hombre, luego del pecado original, ni está totalmente muerto a la gracia como enseñó Lutero, ni es naturalmente bueno como dijeron los pelagianos y, con ellos, Rousseau.

El sacerdote y el levita que, pasando al lado del herido lo ignoran, simbolizan al Antiguo Testamento que no tenía los medios necesarios para salvar a la Humanidad. Viéndolo lo dejaron porque no podían ayudarlo.

En cambio el Samaritano que llena de cuidados al herido, representa a Jesucristo descendido también de lo alto, no por el pecando como Adán  sino amorosamente, para salvar la distancia infinita que separaba a Dios de los hombres; y encontrar a la Humanidad herida y vulnerada, compadeciéndose de ella con todo el amor de su Sacratísimo Corazón.

La ungió con el aceite y el vino de los sacramentos que restauran el alma de los hombres; y la cargó sobre su cabalgadura, como Agnus Dei qui tolis pecata mundi -Cordero de Dios que carga los pecados del mundo-, para llevarla a la posada de la Iglesia, quien ha recibido el encargo de cuidar a la Humanidad hasta que Él vuelva en su gloriosa Parusía: "Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a mi regreso".

Cuando el Buen Samaritano, horno ardiente de amor, entre en nuestros cuerpos por la Santísima Eucaristía, pidámosle que excite en nosotros la caridad, ayudándonos a cumplir el mandato de amar a Dios con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma, y al prójimo como a nosotros mismos.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente el comentario; desde mi infancia, hace 60 años, no escuchaba esta interpretación de la famosa parábola. Creo que se la oi un vez al P. Jesús Montánchez, mientras le ayudaba a Misa en la capilla del Instituto, Rodríguez Peña y Santa Fe. Claro: era un especialista en Biblia y en Cristología; y hasta era profesor en el Seminario de Buenos Aires ... de 60 años atrás.
Impresiona la última frase, aplicable a la Jerarquía de la Iglesia: "Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a mi regreso" ¡Qué terrible para los que "gastaron de menos" o no cuidaron al enfermo...! Fíjese Jeremías 23, 1-6.
Gracias por todo su trabajo.

ricardo norberto devrient dijo...

La interpretación, muy interesante es alegórica con lo que el padre Castellani no estaba de acuerdo, por lo menos totalmente. Lo que no me cierra es que Nuestro Señor sea samaritano. Publicado por Página Católica un sermón del padre Castellani arroja luz sobre el gran tema del amor a los enemigos, mas no se puede agregar. Ricardo Norberto Devrient