viernes, 19 de abril de 2013

La Iglesia: Monarquía de derecho divino (III)


Los rebeldes tradicionalistas



Se puede leer la Segunda parte AQUÍ


Publicamos la tercera parte del ensayo del padre Alfonso Gálvez Morillas sobre la forma de gobierno de la Iglesia.




Monarquía e Iglesia

Tercera parte

Después de la Segunda Guerra Mundial se extendió por el Mundo Occidental la ola ideológica de la Democracia. A lo cual contribuyó también la caída del Nazismo y la desaparición del Muro de Berlín, años después. A partir de ese momento no se reconoció legitimidad alguna política, ni de ninguna otra clase, a lo que no pasara por el tamiz de la Democracia y de lo que todo el mundo conocía como Derechos Humanos. Como puede suponerse, los Derechos Humanos han ido siempre íntimamente unidos a la Democracia; y viceversa. No había ---no hay--- Derechos Humanos sin la Democracia, y no hay Democracia sin Derechos Humanos.

Tal como suele ocurrir en el extraño modo de comportarse la naturaleza humana, fueron muy pocos los que trataron de definir y aclarar con precisión lo que significaba la Democracia. No es sorprendente, por lo tanto, que ideologías políticas absolutamente opuestas utilizaran ese mismo nombre para designar situaciones contrarias (pretendiendo cada cual, como es de suponer, ser el verdadero poseedor de la pura esencia democrática). De esta forma, si nos atenemos a nominaciones, los Estados Unidos eran un país democrático como lo era también la República Democrática Alemana (pomposo nombre con el que autodenominaba la llamada Alemania del Este, país radicalmente comunista y vasallo de Moscú).

Y es que, como acabamos de decir, la naturaleza humana se comporta de manera tan soberanamente ridícula como para hacer reír..., o llorar, a gusto de cada cual. Vive de palabras más que de realidades, sin que al parecer a nadie le preocupe si tales logomaquias o verborreas poseen algún contenido, aparte de puras falsedades. Cosa que conocen muy bien los políticos, que además han sabido darse cuenta (con espíritu de aprovechamiento) de que una sociedad corrompida y degradada gusta de ser engañada y explotada hasta la esclavitud. En realidad, cuando un Pueblo ha hecho su opción por vivir de la mentira y en la mentira, ha firmado su propia destrucción y desaparición a plazo no demasiado largo.

Pese a todo lo cual, aún estamos lejos de haber llegado a lo más sorprendente. Porque, cuando nadie podía haberlo esperado, la Iglesia Católica creyó que debía ponerse en línea con el Mundo y las nuevas ideas, olvidando la enseñanza de su Fundador acerca de que sus discípulos están en el Mundo pero no son del Mundo. Por eso optó por seguir también los vientos de la Democracia, con los resultados que están a la vista y que más adelante especificaremos. Y todo porque el complejo de inferioridad, o enfermedad que afecta con preferencia a los hombres de poca monta, siente pánico ante la posibilidad de ser tachado de antigualla. Y la Iglesia llevaba ya demasiado tiempo (desde la muerte del Papa Pío XII en realidad) gobernada aquí y allá por personajes de esta índole: o bien de escasa altura intelectual, o bien poco afectos a la espiritualidad del Evangelio y a la Tradición de la Iglesia; e incluso, no pocas veces, de todo ello a la vez. Dicho esto atendiendo a una visión muy general del problema, dado que luego estaban también quienes se habían decantado por ideologías inmanentistas e idealistas, en realidad anticristianas, renegando del tomismo (San Pío X ya había advertido del desastre que aguardaba a la Iglesia en cuanto abandonara la filosofía de Santo Tomás) y apartándose de formas de pensar y de proceder que la Iglesia había vivido durante veinte siglos.

En cuanto a los Derechos Humanos, ocioso es decir que cada ideología, cada país, y hasta cada individuo, los han venido enumerando e interpretando de modo distinto.

Asombrosamente, sin embargo, nada de esto ha parecido preocupar a las actuales corrientes de pensamiento, las cuales han continuado su curso como si nada ocurriera. Todo parece indicar que, así como la Revolución Francesa entronizó a la Diosa Razón, la Edad Contemporánea ha derribado por los suelos al sentido común.

Pero, como ya hemos dicho, más asombroso todavía es el hecho de que, a lo largo de toda la mitad del siglo veinte, las nuevas ideas también encontraron cabida dentro de la Iglesia. A partir de los tiempos del Concilio Vaticano II, un grupo de ideólogos, encabezados principalmente por los teólogos alemanes más conocidos (de tendencias marcadamente neomodernistas), consiguieron encauzar a su modo el pensamiento dentro de la Iglesia.

A través de un hábil manejo de los medios de comunicación, amén de una inteligente distorsión de los datos teológicos, de una sutil presión (pretextando las nuevas necesidades y circunstancias históricas) sobre Obispos y teólogos menos preparados, y de una asombrosa exhibición de habilidades diplomáticas, lograron concesiones tan importantes como para cambiar el rumbo de la Iglesia. De las cuales fue la primera el hecho de que las discusiones en el seno del Concilio transcurrieran bajo su dirección. Aparte de eso, ya en el período postconciliar, las conclusiones alcanzadas por los Padres Conciliares fueron, o bien ignoradas, o bien interpretadas de forma más bien tergiversada. Las condenaciones contenidas en el Syllabus, y las exhortaciones de la Encíclica Pascendi, fueron primero ignoradas, y luego abrogadas prácticamente. Se consiguió dar cabida en la Iglesia a un Ecumenismo más que dudoso, y se hizo caso omiso de todo, o de casi todo, el Magisterio anterior. Por citar unos pocos ejemplos entre los muchos que se podrían enumerar.

Queda para los cronistas y estudiosos del futuro un estudio detallado de la situación teológica y espiritual en la que, de un modo general, se encontraban los Obispos que formaron parte del Concilio. La facilidad con que fueron manipulados por grupos en realidad poco numerosos, además de ser un misterio histórico, puede constituir un dato sobre la formación que se impartía en Seminarios, Noviciados y Facultades Teológicas de la Iglesia.

Y no es esto todo. Porque los nuevos ideólogos ---la Fortuna ayuda a los audaces--- lograron algo paradójico y por demás curioso. Mientras que el Movimiento no se ha cuidado nunca de prestar demasiada atención al verdadero Magisterio ---antiguo o moderno---, menos aún ha vacilado jamás en lanzar los rayos de los anatemas contra cualquiera que intente la menor resistencia. Muy inteligentemente ha jugado sus cartas con un doble juego. En realidad, si por un lado socavaron hábilmente la autoridad del Papa (y no menos la de los Obispos), por otro han pretendido imponer a los católicos la obligación de aceptar, como dogma de fe, cualquier cosa que el Papa piense, hable o lleve a cabo; se cumplan o no las condiciones requeridas para la infalibilidad o, en general, para la garantía del Magisterio.

El llamado espíritu del Concilio, como devastadora arma de ataque a esgrimir contra los rebeldes (también etiquetados con el sambenito de tradicionalistas), se encontraba ya a disposición de los innovadores. Mientras tanto, se iba gestando a marchas forzadas el asalto final a la autoridad del Papa y el establecimiento de un Gobierno Colegial en la Iglesia.


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11 comentarios:

catolico perplejo dijo...

necesario post para los que aún no conocían la cronología de la crisis, lo peor del "democratismo" es su cimiento fundamental que es el relativismo, la obra de Sardá y Salvany "El liberalismo es pecado" fue totalmente precisa y esclarecedora respecto a la médula del problema.

Anónimo dijo...

El "asalto final a la autoridad del Papa" fue de Lefebvre, quien primero firmó todo el Concilio Vaticano II y después se echó atrás, condenó los documentos que él mismo aprobó, hizo "rosca" contra el Vicario de Cristo y rompió con Roma. Lo que se dice: un pobre tipo... Un neoprotestante con aires de sangre azul.
Resulta siempre cómico escuchar y leer a sedevacantistas y pseudo-tradicionalistas sobre el tema de la importancia de la figura del Santo Padre y de cómo un avance de tal o cual tipo de colegialidad podrían llegar a disminuir su petrina autoridad.
La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio...
Fariseísmo en estado superlativo y soberbia para repartir...
Recemos para que la Santa Iglesia, Una e Indivisible, Guiada por el Espíritu Santo, y conducida por la mano visible del Vicario de Cristo, mantenga las puertas bien abiertas para el retorno arrepentido de estos infelices cismáticos, cuando no herejes.

Hoguera dijo...

Anónimo anterior, no se queje si luego le responden con dureza. Ud. es un provocador que no da argumentos contra esta parte del artículo. Como siempre los progres con su bla bla.

Una sola cosa le digo: mientras la Iglesia en Francia se hunde, ya casi no tienen vocaciones y el promedio de edad de los curas se acerca a los 70 años, la Fraternidad está cada vez más viva y dentro de no muchos años va a tener más sacerdotes que todo el clero francés. ¿Le dice eso algo a Ud.? ¿No leyó el Evangelio ese de los frutos?

Anónimo dijo...

anónimo ¿que autoridad papal?


¿la de P VI?


El 13 de noviembre de 1964, Pablo VI subastó la tiara papal de triple corona en la Feria Mundial de New York. La tiara papal es un signo de la verdadera autoridad del Papa, las tres coronas representan la autoridad dogmática [doctrina], litúrgica [culto] y disciplinaria [gobierno] del Papa. Al entregarla, Pablo VI simbólicamente renunció a la autoridad del Papado.

Anónimo dijo...

Soy el Anónimo de 0531.
No soy progre. Soy amante de la Tradición. Pero también del Magisterio. De TODO el Magisterio.
¿Cómo se llaman los que se la pasan diciendo: a este Papa lo sigo, a este otro no; este concilio lo acepto; este otro no...? Se llaman NEOPROTESTANTES. Aunque vengan con un disfraz de tradición, no dejan de ser hijos de Lutero.
Eh, herejes!: ¿no sienten ya el calorcito de las llamas...?
Fer

Anónimo dijo...

Fer no, no se llaman asi, se llama gente que sabe lo que antes se enseñaba, el Depositum Fidei que se dice ¿vió?
porque fer si usted no cree como siempre se enseñó no le sirvió de nada creer como dice SAN PABLO.

Anónimo dijo...

y hablando de los hijos de lutero no fue la misma santa sede que le hizo(¿para burlarse?) un homenaje y un monumento a lutero en San Pablo extramuros. Sus mismos defendidos le hicieron un monumento a lutero fer!!!!! jajajajajaja que idiotizados que está los hacedores de esa clase de honores y los defendedores de esa clase de hacedores....no me haga reir fer....

Anónimo dijo...


para fer

posteado por Wamba en Ex Orbe




Mira lo que dijo también un masón de grado 33, amiguísimo de Juan XXIII y que estuvo al frente de los Caballeros de la Orden de Malta. Yves Marsaudon, del Rito Escocés de la Masonería, en su libro Ecumenism Viewed by a Traditional Freemason [El Ecumenismo visto por un Masón Tradicionalista] aplaudió el Ecumenismo sustentado por el Vaticano II. Escribió:
Los católicos (...) no deben olvidar que todos los caminos llevan a Dios. Y tendrán que admitir que esta audaz idea del librepensamiento, a la que sin duda podemos llamar una revolución, que emana de nuestras logias masónicas, se ha diseminado magníficamente sobre la cúpula de San Pedro.
El francés Marcel Prelot, senador por la Región de Doubs, es probablemente el más preciso al describir lo que realmente sucedió. Escribió:

Durante un siglo y medio habíamos luchado para introducir nuestras ideas en la Iglesia, y no lo habíamos conseguido. Llegó finalmente el Vaticano II, y hemos vencido. A partir de entonces las proposiciones y los principios del Catolicismo liberal han sido, por fin, definitiva y oficialmente aprobados por la Santa Iglesia.
Yves Congar, uno de los “peritos” del Concilio y el principal artífice de las reformas, observó con discreta satisfacción que “la Iglesia ha pasado pacíficamente por su Revolución de Octubre.” Admitió también Congar, como si fuera cosa digna de orgullo, que la Declaración sobre la Libertad Religiosa del Vaticano II es contraria al Syllabus del Papa Pío IX. Afirmó:

Es innegable que la declaración del Vaticano II sobre la libertad religiosa expresa algo netamente distinto de aquello que afirmó el Syllabus de 1864, y logra ser justamente lo contrario de las proposiciones 16, 17 y 19 de ese documento.
Congar insinúa gozosamente que el Vaticano II anuló una infalible condenación papal del error.

Y, no hace mucho aún, el propio Cardenal Ratzinger, que aparentemente no se inmutó con tales confesiones, añadió su propia declaración. Según él, el texto Gaudium et Spes del Vaticano II, no es otra cosa sino un “Anti-Syllabus”. Así lo expresó:

Si se desea presentar un diagnóstico del texto (Gaudium et Spes) en su totalidad, podríamos decir que (en unión con los textos sobre la libertad religiosa y las religiones del mundo) se trata de una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de Anti-Syllabus... Limitémonos a decir aquí que el texto se presenta como Anti-Syllabus y, como tal, representa una tentativa de reconciliación oficial con la nueva era inaugurada en 1789 (los ideales de la revolución francesa) ...

Anónimo dijo...

Estimado FER :no se si lo suyo es simplemente confusion, o papolatria,o esta tomando las pastillas equivocadas....

Sancho

Anónimo dijo...

¿Si Al Qaeda se atribuye terremotos en Europa y huracanes en los EEUU, es más fuerte por eso?
¿Las armas de fuego se introdujeron en la guerra para matar de manera más eficiente o para arruinar a los fabricantes de espadas?
Fer

Anónimo dijo...

Fer que ganas de decir idioteces.