jueves, 14 de junio de 2012

Mons. Fellay acudió a la cita


Ahora, como dijimos, tiene la pelota en su medio campo



Según dice Catholic News Service, Mons. Bernard Fellay llegó a las 17 Hs. al Palacio del Santo Oficio, acompañado de otras dos personas, en un vehículo Peugeot 260 color rojo y con patente francesa.

"Ya veremos" le contestó a un periodista francés que le había preguntado si podían contar con su palabra, cuando terminara el encuentro con el Cardenal Levada.

Curiosamente, dentro del Palacio, Mons. Fellay se cruzó con el Cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y Presidente también de la Pontificia Comisión para las relaciones con los Judíos, quien en Mayo pasado les dijo a unos periodistas, refiriéndose a las convesaciones con la Fraternidad, "que las declaraciones doctrinales de la Iglesia son obligatorias para todos los católicos, incluyendo el Concilio Vaticano II con todos sus documentos. La declaración Nostra Aetate, es un documento claro e importante para todos los católicos" (*). (Para que Mons. vaya aprendiendo con qué bueyes tendrá que arar - Ver otras declaraciones del Cardenal al final).

La reunión duró dos horas y media, y el "ya veremos" dio lugar al silencio, puesto que Mons. Fellay se marchó por otra puerta, evitando hacer declaraciones,  y llevándose la "pelota que el Papa puso en su campo", es decir la decisión final del Santo Padre acerca del Preámbulo Doctrinario, una pieza que se ha mantenido en estricto secreto y que sólo será publicada si las conversaciones llegaran a un resultado positivo.

Las únicas dos declaraciones importantes luego del evento han sido, por una parte la del vocero papal, el Padre Lombardi, quien ha dicho que la reunión de esta tarde debe considerarse como "un paso más en un proceso que está aún en marcha".

Por otra parte, según The Washington Post, el portavoz de la Fraternidad, padre Alain Lorans ha declarado a la Agencia Francesa de noticias (AFP) que sera necesario esperar "unos pocos días" para conocer la respuesta de Mons. Fellay a la propuesta final del Papa; cuyo contenido no se rebelará "antes del fin de esta semana o principios de la otra". Si se toma esta declaración textualmente, la firma del acuerdo tiene que acontecer antes de los primeros días de la próxima semana, porque de otro modo no se puede dar a conocer el texto.
Sin embargo, un Tweet del periodista Alessandro Speciale (en que se basa la nota del Washington), indica que el padre Lorans dijo que la reunión de hoy es un paso más (coincidiendo con Lombardi) y que habrá que esperar entre una semana y diez días para conocer el próximo "movimiento".

Andrea Tornielli, cuya nota publicamos en la entrada anterior, posteó un comentario luego de la reunión acaecida en el Palacio del Santo Oficio en el que opina que Mons. Marcel Lefebvre, de estar vivo, aceptaría la oferta papal.
Pero sorprendentemende sigue diciendo que, tanto los dichos públicos de Mons. Fellay en las últimas semanas como el ambiente que se respira en la Fraternidad, parecen ser preludio de una respuesta dilatoria o que pidiera cambios inaceptables para la Sante Sede. ¿Andrea, estarás en contra? Resaltaste en tu post anterior que cada obispo firmará por separado, siendo la Fraternidad la que es sujeto del acuerdo.

A propósito: ¿Cómo se puede firmar algo con quien no se reconoce? Si la Fraternidad no tiene inserción canónica, ¿cómo podrá firmar? Es como firmar un contrato con una sociedad que no está reconocida por el ente estatal que las regula.
Por eso, parece lógico que el Papa reconozca primero a la Sociedad (de motu proprio o mediante otro tipo de documento), luego de lo cual ya no hace falta firmar ningún acuerdo.

Volviendo a lo sugerido por Tornielli, si la respuesta es dilatoria o negativa, quedaría demostrado un pésimo manejo de la cuestión, tanto por parte de la Fratenidad como por los delgados del Papa en la larga negociación que está a punto de concluir.
No es posible aceptar que la "mejor diplomacia del mundo" ponga al Santo Padre frente a una negativa, luego de la generosidad que ha tenido de conceder, sin pedir nada a cambio, la liberación de la Misa, el levantamiento de las excomuniones y el diálogo teológico que se llevó a cabo por tres años.
Tampoco es posible pensar que los negociadores de la Fraternidad la hayan colocado en posición de tener que decirle no al Papa, frente a todo el mundo católico, incinerando la posición Tradicional con consecuencias imprevisibles.

Hasta los sectores férreamente antiacuerdistas de la misma Fraternidad, creen que habrá acuerdo. Por ejemplo en Clermont, el pasado 10 de junio, el padre Michel Koller cambió el sermón que debía pronunciar por la exposición de las razones por las que hay que rechazar un arreglo, y en cuyo principio dijo:
"Queridos hermanos, hoy no voy a decir mi sermón sino que me referiré, a modo de exposición, a la situación... De modo que Uds. puedan reflexionar sobre el tema, al igual que hice yo.
Como la mayoría de Uds. saben, esta semana tendrá lugar la firma del acuerdo por el cual Roma reconocerá a la Fraternidad San Pío X mediante la figura de una Prelatura Personal que, como se ha dicho, nos hará depender directamente del Papa".

Entonces: ¿Qué va a pasar? Lo mejor, si rezamos suficientemente al Señor y a su Santísima Madre.



(*) El 16 de mayo, el Cardenal Kurt Koch, presidente de la Comisión para el Diálogo con los Judíos, dijo en la Universidad Santo Tomás de Aquino de Roma:

“Nostra Aetate” es el “documento fundacional y la “Carta Magna” del diálogo de la Iglesia Católica con el Judaísmo”. 
“…si bien la salvación se cumple a través de Jesucristo, no se puede concluir que los judíos están excluídos de la salvación, porque no creen que Jesucristo es el Mesías y el Hijo de Dios” -“
…es teológicamente indiscutible que los judíos son partícipes en la salvación de Dios, pero cómo ello puede ser posible sin que confiesen explícitamente a Cristo es y será un insondable misterio divino”
“La Iglesia Católica ni organiza ni sostiene ninguna tarea misional dirigida a los judíos…”


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado amigo, me parece muy buena su revista de situación. Llamaré su atención sobre dos o tres "perlitas" que se encuentran desparramadas allí y aquí.
1) Andrea Tornielli afirma que si M. Lefebvre viviera, aceptaría el acuerdo. Dos preguntas nos asaltan de inmediato ¿Qué acuerdo será ése; él lo conoce y se lo guarda pero, no obstante, afirma que monseñor L. lo habría aceptado...? ¿Cómo saber qué hubiera hecho el finado Arzobispo emérito de Dakar en una situación como la presente, sin ser él mismo resucitado? El comentario aparace, entonces, algo fantasioso y algo ... extorsivo.
2) Por segundo, diré que en estas materias, donde el demonio anda tan de prisa y tan interesado -más, por cierto, que en otras cuestiones ya de por sí torcidas que no requieren su inmediata atención- abundan los sabios "de oídas" como el buen curita Koller, que diz que sabía lo que iban a hacer Fellay y el Papa unas horas más tarde, sin que tal cosa llegara a suceder, es claro. Esto es esencialmente dañino para lo que se intenta hacer y el adversario lo sabe mejor que nadie. Los que se piensan a sí mismos como los últimos baluartes de la Tradición -desde el púlpito, la tinta o la charla de bar (que no sé se existe en Uropa por que nunca estuve)- en general no están aportando nada sino dañando bastante, sin comprender que la Iglesia que salga de este presente desencuentro, será tradicional o no será Iglesia. Inclusive los trascendidos sobre los desacuerdos entre los obispos de la FSSXP son obra del demonio, por que no ayudan a nadie en nada y no solo desorientan, sino que atormentan. (continúa)

Anónimo dijo...

(continuación)

3) Quedan flotando miles de interrogantes sin respuesta: ¿Existirá algún "acuerdo" alguna vez, o se tratará más bien de un acto supremo de autoridad de S. Santidad que resuelve acordar misión canónica o el reconocimiento defintivo a la FSSPX o algo semejante? La diferencia es enorme, pues en el primer caso, se podría aceptar o no hacerlo; pero en el segundo, nadie, en teoría, podría negarse a recibir un puro y gratuito beneficio otorgado por el soberano pontífice, sucesor de Pedro y vicario de Cristo, y que por un derecho propio puede imponer a cualquier católico una misión canónica, siempre que no vaya contra la fe y la salvación del alma. Por el cual nadie se vería forzado a abandonar sus principios y doctrina, pero sí a aceptarlo. ¿Será posible afirmar, antes de conocérselo, que tanto esto como aquello es bueno o malo al punto tal de prevenirse como se está haciendo (en ambos sectores, si se entiende)? ¿Es posible permanecer eternamente fuera de la disciplina jurídica de la Iglesia, que es definida tradicionalmente como el Cuerpo Místico de Cristo jerárquicamente organizado? ¿No se advierte que a partir de la resolución de esta crisis presente, centenares, sino miles de eclesiásticos y tal vez fieles -si Dios N. S. no dispone otra cosa- pasarán a la "clandestinidad", es decir, a la apostasía, como protesta contra esta regularización canónica? Y conste que no me estoy refiriendo a quienes hoy se dicen "lefebvristas"...
El momento es grave por que, por mi parte al menos, y esto es conjetural desde luego, veo al Papa cada vez más abandonado por la a veces llamada "iglesia conciliar" y poco comprendido por muchos que se dicen "tradicionalistas". Es el momento de mostrarse fieles al papado, aunque se discrepe con el Papa.
¿Y ésto, cómo es posible?
Castellani cuenta una historia que le refirió Carlos Ibarguren.
Resulta que un sargento del Ejército lo va a ver a Rosas y le pide la baja para irse a Salta. Amoscado, el Restaurador le pregunta por qué se quiere ir, si tiene 30 años de leales servicios. Contesta el hombre:
-Su Excelencia, la espada que llevo me la regaló don Juan Lavalle y no la podría usar en contra dél.
-¡Váyase a pelear de su lado en mi contra, entonces!- atronó el enojado Gobernador.
-No puedo, Excelencia, por que Ud. es la autoridad legítima.
-Vuelva mañana- sentenció el demudado gobernador.
Al día siguiente, el sargento, algo temeroso de ser reprendido por su franqueza, se presentó en la residencia del Gobernador. Este lo esperaba en la puerta y al acercarse el viejo soldado, hizo ¡firmes! a la pequeña escolta que allí había, le entregó su baja con enorme sentimiento, le regaló 500 pesos (una fortuna para la época) de su bolsillo, y le dijo:
-Yo no puedo discutir con un guerrero de la Independencia. Cuando quiera volver, sólo avíseme. -y se cuadró él también antes de abrazarlo emocionado.
Obediencia no es obsecuencia ni servilismo; en este caso, un gobernante justo y un gran señor estaban en desacuerdo, pero prevaleció la hidalguía...
Pero me parece que van quedando pocos sargentos de la Independencia.

Página Católica dijo...

Estimado anónimo:
Me gusta mucho su comentario; quizá debería escribir en Página Católica. Cuando quiera avise y muchas gracias.

Ricardo dijo...

“La Iglesia Católica ni organiza ni sostiene ninguna tarea misional dirigida a los judíos…” Card. Koch.
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Pregunto porque lo ignoro:
¿Desde cuando se da esta situación de abandono apostólico de los judíos?
¿Desde el CVII?
¿O desde el Edicto de Milán?
No me refiero a intentos puntuales, como por ejemplo el acogimniento que hacen algunas comunidades carmelitas a los conversos del judaísmo, sino a misiones de evangelización que se hubiesen realizado con el conocimiento y la aprobación de Roma.
Agradeceré a quien pueda ilustrarme al respecto, porque si he de atenerme a mis conocimientos sobre la cuestión, diría que jamás se hicieron las tales misiones.