martes, 19 de junio de 2012

Belgrano y la Venida Gloriosa del Mesías


En el día de la Bandera Nacional

Recordamos a su creador por una contribución tan importante como desconocida

R.P. Padre Leonardo Castellani,SJ

(Audio 1: 04' 28" - Audio 2: 08' 49")


El Padre Gorriti bendice la Bandera - Jujuy, 25 de Mayo de 1812

Despliegue esta entrada para oír los audios y bajar la obra de Lacunza, "La Venida del Mesías en Gloria y Majestad", edición 1826.


El 20 de junio de 1820, un día tristemente célebre en la historia patria porque en él se sucedieron tres Gobernadores en una atribulada y convulsa Buenos Aires,  murió don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano; abogado y militar de destacadísima actuación en los albores de la nacionalidad.

Por haber sido el creador de la insignia patria, cuyos colores llevan también las de otros países como Uruguay, El Salvador, Guatemala Nicaragua, etc, en la República Argentina celébrase este día a la Bandera Nacional, desde que así aprobó el Congreso de la Nación por pedido del Presidente Roberto Ortiz en 1938.

Era Belgrano un hombre de profundas convicciones católicas, por lo cual le fue natural y simple plasmar el sentimiento de amor y devoción que hacia la Purísima Concepción tenían los pueblos del Plata, pintando con los colores de su túnica y manto, primero la escarapela y luego la bandera de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Hoy queremos recordarlo por una contribución a la fe católica que permanece desconocida para la mayoría de los contemporáneos: Fue el editor del prominente libro de su tocayo, el padre Manuel Lacunza: "La Venida del Mesías en Gloria y Majestad" (1816); y el responsable de que su texto, corrompido en la primera edición, se corrigiera y fuera conservado para las futuras generaciones en su exacta versión.
Libro que causó un enorme impacto en la sociedad de aquel tiempo pues según el escritor Abel Chaneton: "Desde la Habana al Cabo de Hornos, no quedó villa americana de cierta importancia a donde no llegaron ejemplares del ‘milenario’ lacunziano".

Belgrano en Londres en 1816,
cuando editó el libro de Lacunza


En la tercera y en la sexta conferencias del ciclo "La Profecía y el Fin de los Tiempos" a que nos hemos referido con frecuencia aquí, el Padre Leonardo Castellani rescató las circunstancias y los motivos que llevaron al Gral. Belgrano a ocuparse de este asunto, fragmentos que publicamos hoy, y pueden oirse abajo.



El padre Castellani habla del editor del libro de Lacunza


El Dr. Manuel Belgrano, recibió de Fray Isidoro Celestino Guerra, prior del Convento de Santo Domingo en Buenos Aires, amigo y vecino de su familia, una copia manuscrita muy exacta, del texto de Lacunza.
En su interesante trabajo "Manuel Belgrano y Manuel Lacunza, SJ. Una conexión intelectual enigmática", el Prof. Juan Carlos Priora ha confirmado que aquel manuscrito se encuentra en la Biblioteca del Convento de Santo Domingo de Buenos Aires. Añadiendo que en un artículo de la revista Criterio (1955), el padre Rubén González sugiere que esa copia "debió de ser hecha por el mismo amanuense de Lacunza, el P. Juan José González Carvajal y Vargas, chileno y ex jesuita como aquél, o tomada directa y muy fielmente de alguna de las suyas". De modo que el ejemplar en poder del Gral. Belgrano, era uno de los más preciosas existentes en su tiempo.

Comparando este texto con un ejemplar incompleto que había en la Biblioteca Pública de una edición gaditana de 1815, plagada de errores, Belgrano y algunos amigos que lo acompañaban en este interés, tomaron la decisión de hacer imprimir la versión porteña que poseía el General, lo cual concretó éste en Londres en 1816 (1500 copias), legándonos la mejor edición que se ha hecho del libro del eximio jesuita chileno.

El padre Castellani dice que el prólogo del libro en cuestión fue escrito por el mismo Belgrano, quien lo tituló "El Editor a los Americanos".
Allí dice respecto de la edición de Cádiz habida en la Biblioteca Pública:
“se anduvo muy de priesa como en negocio de contrabando, ó que fue muy imperfecta, y defectuosa la copia que sirvió de original, el resultado ha sido, que la impresión hecha está tan llena de errores, y errores tan substanciales, que puede decirse sin exageración, habria sido (á pesar de los mucho que lo era) menos sensible á los apasionados carecer por mucho tiempo de la obra, que tenerla al punto en una forma, que solo puede servir para denigrarla haciendola digna de una justa censura”

“El exâmen, y descubrimiento de lo que acabámos de decir hizo á los apasionados no solo disgustarse, sinó tratar del remédio, entrando nuevamente por medio de subscriptores en el antiguo proyecto, que se había suspendido por el accidente que sobrevino y dexámos expresado... Principiaba á tratarse de esto con el mayor empeño, quando he aquí que inesperadamente me veo en la necesidad de pasar á la corte de Londres. Desde el punto que resolví mi viage á este destino resolví también hacer á mis compatriotas el servício de imprimir, y publicar una obra que aun quando no hubiese otras, sobraria para acreditar la superioridad de los talentos Americanos...”

Como se ve por la última frase, Belgrano no estaba sólo impulsado por la pasión de difundir la verdad: intentó también defender la buena fama de los americanos, según sigue diciendo en su prólogo de 1816:

“...un Señor diputado Español Europeo, que en las cortes extaordinarias instaladas en la Isla de León de Cadiz se hizo distinguir con el arrojo escandaloso de preguntar, á qué clase de béstias pertenecían los Americanos, ó entre qué clase de ellas se les podía dar lugar.
Al efecto deseado solicité luego una copia de la obra, y por fortuna hallé existir la que se tenia por más correcta, y de mejor letra en manos de un íntimo amigo mio, quien enterado de mi propósito me la franqueó al punto con la mejor voluntad. Por ella se ha hecho la presente impresión en carácter, y papel correspondiente al mérito de la obra; y teniendo todo el posible cuidado, para que salga., sinó absolutamente perfecta (lo que casi no es de esperar en pais donde la lengua Castellana es extranjera) al menos sin defecto substancial”




Castellani lee el prólogo escrito por el Dr. Manuel Belgrano



Hay varios testimonios que corroboran a Belgrano como el editor de 1816. Vemos los dos más importantes:

Fray Cayetano José Rodríguez (1761-1823) dirigió dos cartas al futuro obispo, el presbítero José Agustín Molina. En la de fecha 15 de enero de 1815 expresa:
"Dile a Moure, que Belgrano ha caminado a Londres (había partido el 28 de diciembre de 1814); lleva consigo la obra del milenario del P. Guera (sic) para hacerla imprimir. Este es tiro hecho"
En otra, de fecha  10 de abril de 1820, le informa que el padre Isidoro C. Guerra está desahuciado y al mencionarle algunos de los cargos que desempeñó, agrega:
"Con Belgrano trabajó por la edición y difusión de la afamada obra La Venida del Mesías en Gloria y Majestad. Londres 1816"

El padre Juan Ignacio Gorriti, quien bendijo solemnemente la bandera creada por Belgrano cuando este la presentó al Cabildo de Jujuy (25 de Mayo de 1812), escribió una obra publicada en Chile en 1836: "Reflexiones sobre las causas morales de las convulsiones internas en los nuevos estados americanos, y examen de los medios eficaces para reprimirlas". En el parágrado 24 de la misma recomienda la obra de Lacunza con estas palabras:
"Para fortificarse contra las dudas y temores de que acabo de hablar, aconsejo al joven eclesiástico que lea y haga un estudio formal de la obra del incomparable americano Lacunza, honra no solo de Chile que fué su patria, sino de todo nuestro continente: titulada La Segunda venida del Mesías en gloria y magestad, por Juan Benjamín Aben Esra, impresas en Londres á expensas del general Don Manuel Belgrano"

Recordemos con cariño y agradecimiento la memoria de Don Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, que no escatimó esfuerzos en el servicio de la Patria, al punto de morir pobre y abandonado, en el seno de una ingrata y convulsionada Buenos Aires, el 20 de junio de 1820 a los 50 años de edad.
Sus restos, que ahora descansan en el atrio de la Basílica de Ntra. Sra. del Rosario fueron a la tumba vistiendo el hábito de Santo Domingo.


Mausoleo del Gral. Belgrano en Buenos Aires


Baje "La Venida del Mesías en Gloria y Majestad" (1826), editado en base a la edición belgraniana de 1816 - No contiene el Prólogo de Belgrano.


3 comentarios:

Ricardo dijo...

Hoy queremos recordarlo por una contribución a la fe católica que permanece desconocida para la mayoría de los contemporáneos: Fue el editor del prominente libro de su tocayo, el padre Manuel Lacunza: "La Venida del Mesías en Gloria y Majestad"
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Pero, ¿es que nos hemos vuelto todos locos?
A ver, veamos la Wiki:
http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Lacunza

Allí vemos que ya antes que Belgrano la editara, la obra del exiliado y fallecido Lacunza ya había sido condenada por muchas y prominentes autoridades católicas (y Belgrano no podía desconocer eso), amén de que en vida del propio Belgrano fue incluída en el Index de libros prohibidos. Prohibición que fue reiterada a mediados del siglo pasado a un obispo chileno que preguntó si podía divulgarse.

¿Resulta pues,que la "contribución de Belgrano a la fe católica" ha consistido en gastar su escasa fortuna en publicar en un país protestante una obra sumamente cuestioinada y que finalmente sería prohibida? Amén de que el milenarismo, tengo entendido, ya era por entonces una doctrina condenada por la Iglesia.

(Actualmente, la obra de Lacunza es libro de cabecera de herejes tipo Testigos o Adventistas.)

No obstante me llama la atención que Castellani hable bien de Lacunza y de Belgrano por haberlo editado, por lo cual agradeceré si alguien puede aclararme el punto.

Página Católica dijo...

Ricardo:
Hemos seguido la opinión del padre Castellani de que esta obra es de capital importancia para interpretar el Apocalipsis. Lacunza fue el que dio con la exégesis correcta de la Mujer Águila.
Si mal no recuerdo, uno de los errores del libro es aceptar que los sacrificios de animales puedan ser reinstalados cuando vuelva el Mesías.
Pero la doctrina del Milenarismo no está condenada por la Iglesia así en general. Sino que sólo el carnal o kiliasmo que es judaizante. El milenarismo espiritual o mitigado no está condenado, y nunca podrá estarlo porque era la opinión común de los Santos Padres hasta el siglo V, mas o menos.
Lo que no recuerdo es a que tipo de milenarismo corresponde el de Lacunza.
Habría que volver a oír la 6ta conferencia en que el padre trata el tema, y cuyo enlace está en este post.
Belgrano publicó el Libro en Inglaterra porque aquí no se podía hacer; no creo que haya pensado en si eran protestantes o no.
Saludos afectuosos.

Ricardo dijo...

Muchas gracias por la explicación, Víctor.
Se ve que el tema es más complejo de lo que aparenta. Le seguiré prestando atención.