miércoles, 6 de abril de 2011

Monición para el V Domingo de Cuaresma


Monición para el V Domingo de Cuaresma

10 de Abril de 2011


La resurrección de Lázaro, que nos relata el Evangelio del V Domingo de Cuaresma, y es punto culminante de la predicación de Jesús, se sitúa poco después de que los judíos trataran de lapidar al Señor mientras enseñaba en el Templo de Jerusalén.

Sin embargo, con el mas grande de sus milagros intenta Jesucristo vencer su incredulidad. Pero el corazón de ellos, ya cerrado a la acción del Espíritu, les dicta la decisión oficial de matar al Cordero inocente y también a Lázaro, testimonio vivo del poder divino de Cristo. El remedio del Cielo se convierte en enfermedad, lo cual es propio del pecado que no tiene perdón, el pecado contra el Espíritu Santo.
Los fariseos, enemigos mortales de Jesucristo, se habían atado a la letra de la Ley, llenándola de preceptos que no eran más que mandatos de hombres. Se cumple en ellos la profecía contenida en la Parábola del rico Epulón y Lázaro el pobre (Lc 16, 19-31): "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite."

La muerte y resurrección de Lázaro constituyen un preludio de la Muerte y Resurrección de Quien, siendo la Vida, puede dársela a los que creen en Él.

Con fuerte voz Jesús le ordena a Lázaro salir fuera. No es un ruego, es la orden conminatoria y majestuosa del Señor de la Vida, la manifestación de la gloria de Dios, el poder que domina la muerte y la corrupción, y que iluminará este valle de lágrimas el Domingo de Resurrección.


Ilustra esta entrada: "La Resurrección de Lázaro" (1616), óleo de José de Ribera que se conserva enel Museo del Prado. Ver explicaciones Aquí.

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