domingo, 24 de octubre de 2010

Morir heroicamente por Cristo


Liturgia de la Palabra en el

XXX Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo C

28 de Octubre de 2007

Mons. José Salvador Torquiaro

(Audio 22' 19")


"Soy tan, pero tan humilde que a humilde nadie me gana", dice el soberbio que se presenta con visos de virtud, siendo en realidad, como lo llamó el Señor, lobo rapaz con piel de oveja.
El que es verdaderamente humilde sabe que todo lo que tiene lo recibió de Dios y ha encarnado en su persona las palabras de Cristo: "el que quiera ser grande que sea servidor de todos, así como el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por la humanidad".
Por eso, mientras el soberbio es como un recipiente vacío que hace mucho ruido pero no tiene nada dentro, la riqueza interior del humilde le permite el gozo de una intensa vida espiritual. En él se cumplen las palabras de san Pablo: "con gusto me gloriaré en mi propia debilidad para que habite en mí la fuerza de Cristo". Y es esta fuerza, este vaciarse de sí para llenarse de Dios, lo que ha impulsado a los numerosos mártires que llenan la historia gloriosa de la Iglesia, como los 498 españoles que acaban de ser beatificados en Roma, y que murieron por Cristo aunque el mundo diga que fueron martirizados por impedir el avance de la historia.
Así se dijo bajo la Roma Imperial o la Revolución Francesa, que los condenaba por traidores al Imperio o a la Revolución. Pero los mártires, diga el mundo lo que dijere, vivieron heroicamente su muerte; por eso su último grito ha sido muchas veces "Viva Cristo Rey". Que todos nosotros sepamos decir, quizá no frente a un pelotón de fusilamiento, pero sí frente a la mentira, la injusticia y las arbitrariedades, decir con nuestra conducta: "Viva Cristo Rey".
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Ilustra esta entrada "El Fariseo y el Publicano", grabado de Alexander Bida tomado del Evangelio de Jesucristo, de Edward Eggleston. Nueva York 1874.

2 comentarios:

cristina spada dijo...

Monseñor Torquiaro es uno de esos raros sacerdotes que combinan intelecto, sabiduria, ternura y calidez humana. Aparte de una excelente oratoria, concisa y profunda, su conducta es coherente con los principios que todo sacerdote deberia representar.
Me parece muy acertado haber publicado este sermon en esta pagina que, como catolica, me llena de sano orgullo por su coraje y contundez.

cristina spada dijo...

siguiendo la linea de comentario anterior, quisiera hacer publico que monseñor torquiaro retorna a la basilica san jose de flores desde el 1 de diciembre, en funciones de celebrante y confesor
gracias a dios nuestras plegarias fueron escuchadas y al fin tendremos un Sacerdote en este templo
digno de ser divulgado