Liturgia de la Palabra en las
Vísperas del XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Mons. José Torquiaro
(Audio - 20' 26")
Muchos son los que sin tener autoridad, y aún sin razón alguna, condenan con ligereza al prójimo. No es eso lo que pide el Evangelio cuando habla sobre la corrección fraterna que debe fundarse en el amor y no en la venganza. Porque el mandamiento más importante es amar hasta dar la vida. Pero este amor al prójimo no se impone con la violencia sino que es libre y solidario; es amor teologal que no se distingue del amor a Dios, como dos llamas de un mismo fuego o como las dos pupilas de nuestros ojos que con un solo movimiento se fijan en el mismo objeto.
No ha de confundirse el amor cristiano con un sentimiento pasajero que hoy está y mañana no. Los que con facilidad pierden el amor a Dios o a los demás nada pierden porque no se puede perder lo que nunca se tuvo; ya que el verdadero amor se acrecienta aún en medio de las mayores dificultades, convirtiendo, cual verdadera piedra filosofal, lo ordinario en extraordinario. Como dice el Apóstol San Pablo "La Caridad no acabará nunca, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta" (1ª Cor 13, 8). ¡Qué el Señor nos conceda conocer profundamente esta doctrina y vivirla en plenitud!
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