Liturgia de la Palabra en el
V Domingo de Cuaresma
Ciclo A
10 de Abril de 2011
R.P. Mons. José Salvador Torquiaro
(Audio 25' 37")
Para oír la homilía, despliegue esta entrada:
Además de la presentación de Audio acostumbrada, incluimos al final una en forma de video con la misma banda sonora.
Si hay algo de lo que podemos estar seguros los seres humanos es de la realidad de la muerte y del dolor que ella produce. Acontecimiento tan luctuoso y grave que logró derramar las lágrimas del Señor de la Vida.
Frente a esta realidad que nadie puede negar, hay tres maneras básicas de reaccionar:
Están los que no quieren pensar siquiera en la posibilidad de la muerte, menos de la propia y, llenos de miedo, intentan olvidarla tomando la mayor distancia posible. Como si fuera a desaparecer porque ellos pretendan ignorarla.
Hay otros que tienen el suficiente coraje para enfrentarla, pero se desesperan porque, en su falta de fe, no encuentran respuesta al frío interrogante de la muerte.
Por último los cristianos, herederos de la promesa que Jesucristo nuestro Señor hace en el Evangelio de la Misa de hoy, y que San Pablo recuerda frecuentemente en sus cartas, enfrentamos la muerte con valor y esperanza, sacando del dolor que nos promete, la grande victoria de la fe.
En su primera carta a los Tesalonicenses, dice el Apóstol "Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él".
Si todo hubiera terminado con la muerte de Cristo, el Cristianismo sería un fracaso. Pero el objetivo del Viernes Santo es el triunfo de la Resurrección Pascual.
Según dice San Ambrosio "Los milagros del Verbo son enseñanzas". Con este grandioso milagro de la Resurrección de Lázaro, el Señor quiere resaltar su Divinidad. Pero también nos enseña que para resucitar de la muerte y de la corrupción causada por el pecado, necesitamos primero escuchar la voz potente de Cristo que, como a su amigo, nos grita por medio de una conciencia rectamente formada: "Deja el fango"; para luego actuar en consecuencia.
Que el Señor temple nuestra voluntad para que podamos seguir amorosamente sus indicaciones, y decir como Job:
"Sé que mi redentor vive, y que he de resucitar en el último día, y de nuevo he de ser revestido de esta piel mía, y en mi carne veré a Dios; a quien he de ver yo mismo y no otro, y a quien contemplarán los ojos míos; por eso se consumen mis entrañas". (Job 19, 25-27)
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Ilustra esta entrada: La Resurrección de Lázaro (1600), óleo sobre lienzo de Pedro Pablo Rubens, que pertenece a una colección privada de Friburgo.
1 comentario:
una vez tuve el honor de estar presente en la Misa de Mons Torquiaro y reitero que es muy enriquecedor asistir a sus homilias e intercambiar en el confesionario. se necesita mucho en la san jose de flores, especialmente cuando incluso se llega a comprar la opinion publica para hacer ver que todo anda bien cuando en realidad no es asi.
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