Este artículo fue escrito hace un tiempo, aunque recién lo publiquemos ahora.
Por extrañísima casualidad, para alguien que como yo vive en la Argentina, tengo un amigo sacerdote cuya familia reside en la ex diócesis del Cardenal Koch.
Por mayor casualidad, ya que no nos vemos con frecuencia, el día en que el cardenal fue nombrado para el puesto que actualmente ocupa, Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, me encontré con él y me dijo que lo conocía bien, que no se diferenciaba mucho de los obispos de aquel país que habían consentido el desmadre absoluto que allí acontece.
Según mi amigo, por aquellos lares y en la mayoría de los casos, los curas son una especie de monigotes en manos de los Consejos Parroquiales formados por laicos, que manejan a su antojo las parroquias y que, por ejemplo ¡No dejan que el sacerdote predique la homilía, que es dicha por alguno de ellos!
A tal punto esto es así, que su principal preocupación consiste en saber dónde podrá celebrar la santa Misa, sin pasar por todos estos atropellos, cada vez que visita a su familia.
De modo que, en mi fuero interno y por influencia de este buen amigo, piadoso sacerdote, le "agarré desconfianza" al cardenal Koch; la cual se vio incrementada cuando en Febrero de 2011 se avino a bendecir un olivo que fue plantado ad hoc
en la Basílica de San Pablo Extramuros "como signo de la comunión ecuménica crecida hasta ahora entre católicos y luteranos", dentro de los actos previstos para la Semana de oración por la unidad de los Cristianos acaecida en aquella oportunidad.
Según Zenit (20/01/2011) esta bendición "es un hermanamiento con el proyecto ecuménico Jardín de Lutero, en Wittenberg, Alemania", por el cual se están plantando 500 árboles procedentes del mundo entero en aquel lugar, cada uno apadrinado por una denominación cristiana, para conmemorar la publicación de las famosas 95 tesis por parte de Lutero. Es decir, digo, para celebrar los cinco siglos de la rebelión que dividió Europa y terminaría acabando con la Cristiandad.
Cada árbol plantado, sigue Zenit, debe corresponderse (hermanarse) con otro plantado en alguna iglesia de la denominación que apadrina. Es decir que este árbol plantado en la Basílica de San Pablo en Roma, tiene un hermano en el Luthergarten, plantado en nombre de la ¡denominación? Católica.
Así será el Luthergarten |
Recordemos que Lutero era un monje agustino de la Abadía de Wittenberg en Alemania, lugar que profanó al convertirlo en su casa para vivir con Catalina, una monja de la que tuvo varios hijos.
Dicen que en una ocasión en que Martín y Catalina miraban desde ese jardín el refulgir de las estrellas en una hermosa noche de verano, su mujer le dijo: ¿Qué hermoso es el cielo, verdad Martín? a lo que el heresiarca contestó: ¡Sí, lástima que no sea para nosotros Caty!
Tremendas palabras que ojalá hayan resultado erradas, por el arrepentimiento de ambos y la infinita misericordia de Dios; aún cuando algunos historiadores sostienen que la verdadera muerte de Lutero fue el suicidio.
La noticia de ayer, sin embargo, viene a desdecir tajantemente al hermanamiento del año pasado, por el cual la Iglesia se asoció a los festejos protestantes:
El Cardenal Koch, acaba de decir en Viena que "no podemos celebrar un pecado", respondiendo a la invitación que hacen los protestantes, que pronto recordarán con bombos y platillos los cinco siglos de la Reforma.
Dijo también que "los acontecimientos que dividen la Iglesia no pueden generar un día de fiesta", a lo más pueden ser recordados.
Dijo también que le gustaría asistir a un encuentro en el que los protestantes pidieran disculpas, reconocieran sus errores y condenasen el cisma de la Cristiandad.
Felicitamos al Cardenal y esperamos que mantenga su posición en el tiempo; porque no es bueno que los jerarcas de la Iglesia digan hoy blanco y mañana negro, en cosas de tanta importancia.
¿Volveremos a escuchar algún día la definición del verdadero ecumenismo que hizo Pío XI en su encíclica Mortalium Animos (18)?:
"Vuelvan, pues, a la Sede Apostó1ica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Príncipes de los Apóstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raíz y matriz de la Iglesia Católica; vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostén de la verdad abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzásemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entrañas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta división".
Claro que, si estas sabias palabras se encarnan nuevamente, se les va a acabar la diversión conseguida con el dinero de la Iglesia, a todos los que deambulan de congreso en congreso por las capitales de Europa, sin conseguir nada más que engañarse ellos mismos y confundir a los demás.
Claro que, si estas sabias palabras se encarnan nuevamente, se les va a acabar la diversión conseguida con el dinero de la Iglesia, a todos los que deambulan de congreso en congreso por las capitales de Europa, sin conseguir nada más que engañarse ellos mismos y confundir a los demás.
Como dijo SS, ls tolerancia no debe desvirtuar la verdad.
ResponderEliminarmuy interesante.sobre todo en el comentario como los laicos manejan a sus antojos las capillas.seguimos orando.por tantas almas perdidas que se van de la iglesia.y por tantas desprolijidades que ocurren a diario en nuestra santa iglesia catolica.
ResponderEliminarPodrían sacar el "Católica" del nombre de la Web, Gracias
ResponderEliminar