Súplica al Papa por la Misa en Santa María

Fieles romanos piden su intervención

Juega con fuego

Dijimos en el post anterior, que unos fieles romanos habían escrito al Papa para pedir les devuelva la Misa mensual que ilegalmente se les acaba de sustraer.

No podemos decir que estos apenados y perplejos fieles no saben con quién tratan, porque no hay otra forma prudente de dirigirse a Francisco en estas circunstancias si se espera tener éxito.

Pero nos atrevemos a pronosticar que no les hará el menor caso, salvo que tenga pensado desconcertar un poco al sector tradicional de la Iglesia.

En primer lugar porque él fue un adversario de primera hora a Summorum Pontificum.
En segundo lugar, porque las fuerzas que lo han colocado donde está, no van a tolerar que se cambie esta directiva fundamental de la nueva era de la Iglesia que ha comenzado el actual Obispo de Roma.

Y en tercer lugar, porque las "periferias" de las que tanto habla y a cuyos integrantes hay que buscar e incluir, no importa que sean gay o ateos, no incluyen en modo alguno a los réprobos tradicionalistas neopelagianos.

Lo bueno de esta carta es que pone a Francisco en una encrucijada. Si permanece en silencio habrá aceptado públicamente que es un simulador y un hipócrita.

Lo cual probablemente lo tenga sin el menor de los cuidados, porque el apoyo del mundo, la enorme popularidad de las masas descristianizadas e idiotizadas, se lo consiguen los grandes medios de prensa, enemigos sempiternos de la Iglesia para más dato, que harán caso omiso de lo que les pasa a unos pocos restauracionistas de Roma.

Triste caso el de un Bergoglio que juega son fuego, sin darse cuenta quizá que pone en ese divertimento "en juego", la salvación de su alma.
Recemos por Francisco que más tarde o más temprano rendirá su cabeza a la parca, como todos nosotros.

A continuación la carta tomada de Chiesa e post concilio, y en nuestra traducción:

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Carta abierta al Papa pide restaurar la

Misa del Antiguo Rito en Santa Maria Mayor

Santo Padre, nos dirigimos a Ud. como pastor de la Iglesia Universal y nuestro, para suplicarle su autorizada intervención en los acontecimientos que acabamos de sufrir con doloroso cuan perplejo pesar.

Se trata de la progresiva supresión de la celebración del uso antiguo de la Santa Misa, lo que ha provocado sorpresa y consternación en todo el orbe católico, celebrada por los Frailes Franciscanos de la Inmaculada; sobre cuya situación no opinamos, obviamente, en espera del resultado de la intervención en curso.

Sin embargo nos atrevemos a subrayar que, más allá de las vicisitudes internas del Instituto a las que no queremos hacer ninguna referencia, se han suprimido las celebraciones garantizadas en centros de excelencia, algunos ahora cerrados y otros languideciendo, cuyos líderes han sido removidos con la genérica motivación de "las misiones", sin considerar que estaban llevando a cabo su misión con gran edificación de los fieles a ellos confiados, cuyas dolorosas voces, expresadas oficialmente por la Cordinadora Nacional Summorum Pontificum, no han sido escuchadas ni por el Comisario Pontificio (P. Volpi), ni por los propios obispos.

A partir de ayer, primer sábado del año, el hacha inexorable se ha abatido también sobre la celebración del primer Sábado de cada mes en la capilla Cesi, de Santa María la Mayor, la basílica papal tan querida por Ud., interrumpiendo una costumbre de catorce años.

No podemos entender cómo, la Santa y Divina liturgia ganada para la Iglesia Universal por el motu proprio de su amado predecesor, pueda ser objeto de una tal exclusión pastoral.

Por lo tanto pedimos la autorizada intervención de Ud., a fin de que sea restablecido el ius divinum del Señor al culto que a Él se debe según una Tradición bimilenaria, así como también aquella pastoral de los fieles que lo custodian, una cum Papa nostro, quienes están bien alejados de ser sospechosos de una fosilización de museo.

Somos creyentes devotos, unidos en el Señor y en la plegaria al Trono de Pedro, y esperamos de Ud. unas palabras de bienvenida y de acogimiento, que su ternura no niega a los últimos y más alejados.

Nuestra "periferia" de  fieles, marginados y por añadidura ignorados cuando no despreciados, llora y gime por estos malosentendidos y exclusiones que llegan tanto más inesperadamente, cuando son más reconocidas y consagradas por la Tradición recibida por nosotros y confirmada por el motu proprio de Benedicto XVI.

Seguros de su paternal acogida, le rogamos que, como signo de su tierno cuidado, mande restablecer nuestra misa mensual en Santa María la Mayor, justamente la basílica papal tan querida por Ud.

Recordamos que el primer sábado de mes está dedicado a la sincera y amorosa devoción a la Santísima Virgen, en reparación por las muchas ofensas que, por desgracia, se propinan cada día a su Inmaculado Corazón.  

Con el testimonio de nuestra profunda devoción, unidos en la oración a Cristo el Señor, esperamos su palabra de paternal preocupación.

El Coetus Summorum Pontificum de Roma 

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