Caen los falaces argumentos del Obispo de Èvreaux
La venal clausura de Thiberville, quitará al Obispado
un tercio de los recursos del seminario
Para conocer mayores detalles acerca de la clausura de la Parroquia de Thiberville, vea la entrada anterior
El progresismo no construye, sólo destruye. Abusó de los fieles, destruyó la Liturgia, falseó la Doctrina, contaminó hasta eliminar la música sacra, afeo hasta la falsificación el arte sagrado, destruyó las iglesias y levantó monumentos al mal gusto que, por su falta de sentido estético específico, son indignos para los misterios que encierran.
Cuando un obispo debe recurrir al cierre de parroquias para arreglar el problema de falta de vocaciones, se comporta más como un síndico de una quiebra que como un pastor. Sobre todo si destruye con la medida supuestamente sanadora, a la parroquia más pujante de su diócesis.
Pero a este síndico, que participa en ordenaciones de sacerdotizas de una "iglesia" que no ha trepidado en conferir el "episcopado" a mujeres y homosexuales de ambos sexos, que incluye la lectura del Corán junto al Evangelio en su propia Catedral (a lo que nos referiremos en una próxima nota), a este síndico no le cierran los números como más abajo veremos.
Tratando de justificar la clausura de la parroquia de Thiberville, Mons. Nourrichard Obispo de Èvreaux dijo que debía hacerse el reagrupamiento que determinó su extinción, debido a la falta de sacerdotes. Dijo también que destinar un sacerdote para la atención de 5.000 fieles es un lujo que no estaba en condiciones de permitir. Agregamos nosotros, aunque estuvieran dispersos en 13 pueblos. No obstante, las estadísticas de la Conferencia Episcopal Francesa indican que hay en esa diócesis 104 presbíteros (y 23 diáconos permanentes) para 550.000 habitantes. Lo cual da una media de 5.300 fieles por cada sacerdote. ¡En qué quedamos! Seguramente no se ha considerado en ese cálculo los curas jubilados, pues según otra fuente de información hay solamente 44 en actividad, indicando la decrepitud del clero de Èvreaux y elevando el promedio a 13.000 fieles/sacerdote.
Sin embargo, si se analizan las cifras provistas por el mismo obispado, se verá que hay otros Agrupamientos Interparroquiales que tiene cifras similares a la de las extinta parroquia. Hay inclusive una que tiene, desde hace 30 años, el mismo sacerdote para atender a 2.000 habitantes. ¿Será la próxima víctima de Norrichard envalentonado ahora con la decisión de Roma? Según su cura sea o no como al él le cuadra.
Nos preguntamos: si la intención del Obispo era la de disminuir el trabajo de otros curas ¿por qué no agregó dos comunas cercanas a Thiberville, que cuentan con unos 1.000 fieles, a ésta parroquia? Porque seguramente él no desea entregar 1.000 personas más a la tradición, sino agregar 5.000 al progresismo.
Hay también desagradecimiento en este síndico que acaba de hacer un pésimo negocio. En primer lugar el padre Francis Michel ha enviado a varios candidatos al seminario, sin que jamás se le haya devuelto un seminarista en su período de práctica. Seguramente no querrán exponerlo al contagio del virus tradicionalista. Y en segundo lugar, la parroquia de Thiberville es la que más ha contribuido económicamente en las campañas por las vocaciones sacerdotales en estos últimos 20 años, veamos:
En el período de 1994 a 2000, mientras Èvreaux (51.000 habitantes) la sede del obispo, contribuyó con 950,00 Francos (dejó de hacer la colecta varios años), la parroquia del padre Michel (5.000 habitantes) sumó donaciones por 246.000 Francos (la más alta suma de cualquier parroquia para ese período). ¡Del total colectado por la diócesis (550.000 Habitantes - 786.000 Francos), casi un tercio fue aportado por la católica feligresía de Thiberville!
En 2002, mientras la parroquia de Notre Dame de Charentonne (22.000 habitantes), a la que ha sido anexada Thiberville, recolectó menos de 800 Euros, aquélla aportó 4.000.
De 2005 a 2007, mientras la parroquia del padre Michel se mantiene firme en su colecta para el seminario, Notre Dame de la Charentonne debe unirse en las estadísticas con otra parroquia para disimular la marcada disminución de la suya. Se ve que el manejo mentiroso de las estadísticas no es privativo de los argentinos.
Es decir, con la supresión de la parroquia de Thiberville, se entrega la feligresía que más aporta a la conducción de la que menos logra. Se destruye al que más interés ha demostrado y se premia al que va en picada. Esto demuestra la falacia de los argumentos del obispo. A él no le interesan las vocaciones en este caso sino terminar con lo más católico de su diócesis. Con el cura de sotana, con la Comunión de rodillas, con la verdad histórica (de esto hablaremos en una futura entrada, Dios mediante) y con el verdadero ecumenismo, que consiste en decir que fuera de la Iglesia no hay salvación posible, en lugar de certificar a los infieles en el error, como hace el obispo.
Si desde el punto de vista puramente humano la clausura es un pésimo negocio, mirado desde la fe, parece algo demoníaco. Pero Dios escribe derecho sobre renglones torcidos. Sin el padre Michel habrá menos dinero para el seminario del obispo. ¿No será eso lo que quiere el Señor? ¿Para qué ayudar a un lugar de formación como debe ser el comandado por un pastor de la calaña de Nourrichard? Los curas que salgan de allí, serán otros destructores más. Porque el progresismo no construye, sólo destruye. Abusó de los fieles, destruyó la Liturgia, falseó la Doctrina, contaminó hasta eliminar la música sacra, afeo hasta la falsificación el arte sagrado, destruyó las iglesias y levantó monumentos al mal gusto que, por su falta de sentido estético específico, son indignos para los misterios que encierran.
El padre Castellani dijo que cuando una comunidad se empeña en su perfidia, Dios le quita su gracia y la deja pudrir. Y a su vez, desplaza el calor y la luz de su llama hacia otro lado, para que la fe florezca donde haya quien la aproveche. Por eso, mientras hay seminarios vacíos y comunidades de religiosos que son verdaderos geriátricos, otros desbordan de jóvenes postulantes. ¿Flores de una cercana primavera de la Fe, o pastores del pequeño rebaño apocalíptico?
Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos,
y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos,
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecerán los impíos ante Dios.
Mas los justos celebren festines y regocijos
y huélguense con alegría en Su presencia.
(Salmo 68, 1-3)
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