lunes, 19 de noviembre de 2012

Monición para la Solemnidad de Cristo Rey


Monición para la Solemnidad de
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo


Que estén sometidos a tu cetro
los ciudadanos todos de la patria.


¡Oiga la Monición al final de la entrada!


Hoy celebramos la Solemnidad de Cristo Rey con que termina el año litúrgico. En 1925, accediendo a una solicitud firmada por más de ochocientos obispos, el Papa Pío XI instituyó para toda la Iglesia, mediante la encíclica Quas Primas, la festividad de nuestro Señor Jesucristo Rey. En la mencionada encíclica, el pontífice enseña:

“... cuán felices podríamos ser si los individuos, las familias y las sociedades se dejarán gobernar por Cristo. Por ello es necesario que se propague lo más posible el conocimiento de la regia dignidad de Nuestro Salvador, para lo cual nada será más eficaz que instituir la festividad propia y peculiar de Cristo Rey. Porque para instruir al pueblo en las cosas de la Fe y atraerle por medio de ellas a los íntimos goces del espíritu, mucho más eficacia tienen las fiestas anuales de los sagrados misterios que cualesquiera enseñanzas, por autorizadas que sean, del eclesiástico magisterio.

Por otra parte, los documentos históricos demuestran que estas festividades fueron instituidas una tras otra en el transcurso de los siglos, conforme lo iban pidiendo la necesidad y utilidad del pueblo cristiano, esto es, cuando hacía falta robustecerlo contra un peligro común, o defenderlo contra los insidiosos errores de la herejía, o animarlo y encenderlo con mayor frecuencia para que conociese y venerase con mayor devoción algún misterio de la Fe, o algún beneficio de la divina bondad.

Y si ahora mandamos que Cristo Rey sea honrado por todos los católicos del mundo, con ello proveeremos también a las necesidades de los tiempos presentes, y pondremos un remedio eficacísimo a la peste que hoy infecciona a la humana sociedad... el llamado laicismo con sus errores y abominables intentos.

La celebración de esta fiesta que se renovará cada año, enseñará a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo, no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes. A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del Juicio Final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado, cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres.”

Al finalizar su encíclica, manda el Papa Pío XI que en este día se renueve anualmente la consagración de todo el género humano al Sacratísimo Corazón de Jesús, con la misma fórmula que San Pío X mandó recitar anualmente.

Queda acatar y restaurar la reyecía de Cristo, aclamarlo y reconocerlo, saberlo y nombrarlo Rey, y festejarlo en la liturgia con esplendor, unción y belleza. Queda decir, con el antiguo himno del breviario romano:

Oh Príncipe absoluto de los siglos,
Oh Jesucristo, Rey de las naciones:
Te confesamos árbitro supremo
De las mentes y de los corazones.

Que las insignias de los reyes todos,
Te sean para siempre dedicadas,
Y que estén sometidos a tu cetro
Los ciudadanos todos de la patria.

Amén


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2 comentarios:

Gaby dijo...

Cristo Rey, no fue el último domingo de octubre?

Página Católica dijo...

Se trata de la Solemnidad de Cristo Rey según el calendario litúrgico del Modo Ordinario.
En la fecha que dices se celebró lo mismo en el Modo Extraordinario.

Saludos.